DreamWorks estrena el 2022 con una nueva apuesta cinematográfica. «Los tipos malos» («The bad guys» en su idioma original) hace su debut en la gran pantalla esta semana y espera posicionarse como una de las más vistas de la cartelera. Luego de grandes sucesos como «Shrek», «Kung fu panda», «Madagascar» y «Cómo entrenar a tu dragón», el estudio viene un poco por detrás de los tanques fabricados por Disney y Pixar. Pero gracias a la aparición de nuevos competidores como Sony («Spiderman into the spiderverse» y «The Mitchells vs. The Machines») o Cartoon Saloon («Wolfwalkers»), la productora decidió cambiar de rumbo y apostar por una animación fresca y renovada que invite a vivir una experiencia dinámica y divertida, con mucha acción y enseñanza.
La sinopsis nos anticipa que una pandilla de ladrones es atrapada después de años de innumerables atracos y de ser los villanos más buscados del mundo. El Sr. Wolf negocia un trato para salvarlos a todos de la prisión. El argumento está inspirado en los libros de Aaron Blabey. Los encargados del guion fueron nada menos que Ethan Coen (uno de los prestigiosos hermanos con amplia trayectoria en el cine) y Hilary Winston (una célebre guionista y productora de comedias televisivas entre la que destaca «Community»). Por último, el encargado de llevar la idea del papel a la pantalla fue Pierre Perifel: un cineasta francés novato en largometrajes que cuenta con una amplia trayectoria en el rubro. Fue parte del equipo de producción de películas como «Monsters vs. Aliens», «Rise of the Guardians» y las ya mencionadas franquicias del ogro verde y el panda que haces artes marciales. También dirigió dos galardonados cortometrajes: «Le Building» (2005) y «Bilby» (2018), este último ya bajo el sello DreamWorks.
La cinta toma aquellos personajes de fábulas que responden al arquetipo de villanos y se encarga de derribar nuestros prejuicios como un castillo de naipes al que le llega una ráfaga de viento. El concepto fue trabajado previamente en películas como «Shrek», «Megamente», «El espanta tiburones», «Monsters vs. Aliens», etc. Incluso otras empresas como Illumination Entertainment hizo lo propio con «Mi villano favorito». En esta ocasión, los involucrados en la exorcización del mal son un lobo, una serpiente, un tiburón, una piraña y una tarántula. Desde el minuto uno comienza con el trabajo de deconstrucción y se invita directamente al espectador – hablan a cámara – a conocer sus personajes antes de juzgarlos. Sin duda, ser concisa y directa es el gran fuerte de la película. Se propone dos objetivos principales: el primero es el ya mencionado enfoque en derribar las apariencias y el segundo es recuperar la esencia de aquellas películas familiares de épocas pasadas, que dejaban una moraleja y enaltecían valores como la amistad y el trabajo en equipo. Para nuestro disfrute, ambos son cumplidos sin ningún problema.
Con respecto al apartado técnico, se buscó un perfil fresco y renovado, similar al que muchas otras compañías se encuentran desarrollando. ¿Cómo logran esos efectos? En primer lugar, la cinta recurre a una estética de animación híbrida. Combinan animación 3D con 2D y algún que otro estilo más experimental como el uso de texturas, trazos y contornos que nos acercan más al mundo de las caricaturas. Otro ingrediente fundamental es la elección de planos y el montaje de los mismos. Su ritmo es vertiginoso, la composición es audaz, juega con slow-motion e incluso rompe con la cuarta pared, algo que no ocurre generalmente en este tipo de metrajes.
El último elemento que termina de cuajar los componentes es su soundtrack. En línea con lo dicho anteriormente, la música no podía quedarse atrás y su apoya principalmente en ritmos urbanos para acompañar las imágenes. El líder indiscutido es el funk, quien le da ese aire cool a los villanos más en onda que vas a conocer. Siguiendo con la materia sonora, quienes dan voz a estos personajes (en su idioma original) son grandes personalidades como Sam Rockwell (lobo), Craig Robinson (tiburón), Anthony Ramos (piraña), Awkwafina (tarántula), Richard Ayoade (Profesor Mermelada) y Zazie Beetz (Diane).
En conclusión, nos encontramos con una película completamente divertida apta para todos los públicos. Cuenta con diálogos ocurrentes, secuencias vistosas y dinámicas, una estética creativa e innovadora y un gran poder para transportarnos al cine de nuestras infancias. Una idea sencilla y bien trabajada que nos deja una agradable moraleja y la sensación de haber pasado un apacible momento familiar.