Ya desde el diseño, que combina la animación volumétrica alla Pixar con el diseño 2D del cartoon clásico, estamos ante una película diferente. Es una fábula con animales, esa tradición de la alegoría, donde un grupo de “villanos” primero finge “volverse bueno” para evitar ir a la cárcel y luego descubre que la bondad es buen negocio. La vuelta contemporánea es que estos animalitos malos son estafadores, ladrones sofisticados, tipos amantes de la tecnología y el gadget. Y la película aprovecha esa característica para crear momentos de acción, suspenso y humor siempre equilibrados. Por cierto, hay otros elementos que deslizan parte de la trama hacia la corrección política, pero lo que más abunda es el gag certero y, sobre todo, el encanto visual alejado del adocenamiento o el firulete inútil. Disfrutable desde la primera escena y un poco al costado de lo que vemos habitualmente en el género.