Nadie llegó más lejos hasta ahora que Los tipos malos en una línea de cine animado hecho a gran escala y con producción gigantesca en la última década y media. En su afán de sumar (entre otras cosas) público adulto a estos ambiciosos proyectos que llevan en cada caso por lo menos cuatro años de elaboración, los grandes estudios de Hollywood empezaron a imaginar historias animadas con temáticas que hasta allí se reservaban para los “más grandes”. Películas de superhéroes (Los increíbles) o de sofisticada intriga internacional (Espías a escondidas, Mi villano favorito).
Pero no contábamos hasta ahora con lo que el propio Aaron Blabey, el autor australiano cuyos libros sirven de inspiración para esta película, que estamos frente a “una de Tarantino para chicos”. Ya habíamos visto en Espías a escondidas, adaptación animada del mundo de James Bond, alguna referencia precisa alrededor de Kill Bill, pero aquí la influencia del mundo tarantinesco es explícita, constante y muy lograda.
Todo empieza en una conversación dentro de un bar entre un lobo y una serpiente que parece directamente tomada de Tiempos violentos. Frente a un grupo aterrado de seres humanos, el dúo sale del lugar para unirse a otros animales con igual mala fama (una tarántula hacker, un tiburón experto en disfraces y una piraña infalible con los puños) para llevar adelante, como en Perros de la calle, un golpe en apariencia perfecto.
No sabemos cuál es el origen de esa banda (a la que se identifica con nombres genéricos iguales a los de Perros de la calle), pero pronto descubriremos que detrás de ese impulso y del hecho de asumirse como marginales que roban por diversión aparecerán otros instintos. Los villanos se complementan a la perfección, cada uno tiene un trazo y una misión bien definidos, y ese espíritu de grupo los hace todavía más y más simpáticos.
Entre citas y alusiones a películas de los años 90, mucha diversión y una acción vertiginosa que siempre resulta comprensible, estos tipos malos empiezan a mirarse frente al espejo de un supuesto benefactor (un cobayo de aires filantrópicos) y allí aparece lo más interesante: como las representaciones del bien y el mal empiezan a tornarse bastante difusas, hay acciones que empiezan a configurar de manera definitiva a los personajes, algunos más nobles, amistosos y leales que otros.
El alocado mundo en el que se mueve el quinteto de supuestos villanos, a los que acompañan una zorra con cargo de gobernadora (junto a varios secretos) y una desaforada policía, mezcla a animales y humanos dentro de una trama que parece salida de La gran estafa y otras tramas policiales ágiles y ligeras propias de Steven Soderbergh. Los padres tendrán que explicarles a los chicos que caper es ese tipo de película que alude a la planificación y ejecución de un robo bastante complicado. Lo que seguramente pocos disfrutarán son las espléndidas voces originales (Sam Rockwell, Awkwafina, Marc Maron, Anthony Ramos, Zazie Beetz, Richard Ayoade), ausentes en la gran mayoría de las copias estrenadas en la Argentina.