A simple vista Los trabajos y los días le rinde homenaje al Centro de Experimentación del Teatro Colón, cuyos integrantes llaman de corrido cetecé por las siglas C.E.T.C. El documental de Juan Villegas deja en claro la paternidad atribuida al pianista, compositor, director musical Gerardo Gandini (se lo menciona rápido a Sergio Renán), y la influencia que esta suerte de laboratorio ejerce tarde o temprano sobre la apreciación popular de las artes escénicas.
El realizador ilustra la relación entre lo nuevo (léase disruptivo, eventualmente revolucionario) y lo aceptado, si se quiere consagrado, con una cámara que nos conduce de los alrededores mundanos del Colón al subsuelo que alberga al CETC hace treinta años, pasando por el foyer y la sala principal. Las obras innovadoras transitarían el camino inverso: del sótano al escenario central y luego a la calle.
La película se titula como el poema que Hesíodo escribió en el siglo VIII antes de Cristo. Sin embargo ésta no es una guía didáctica sobre las labores y el calendario que todo hombre de bien debería acatar, sino un registro de las tareas que personal administrativo, de maestranza, de limpieza, sonidistas, escenógrafos, iluminadores realizaron con miras a los ensayos y a la puesta del concierto In nomine lucis, que tuvo lugar en octubre de 2017.
Villegas les presta más atención a esos artífices del espectáculo que a la dupla protagónica tradicional, conformada por los músicos y su público. La constatación invita a comparar Los trabajos y los días con este retrato de Victoria Morán que el mismo realizador estrenó en 2015: si bien gira en torno a una cantante –la posible sucesora de la legendaria Nelly Omar– este film coincide en abordar el costado rutinario, para nada glamoroso, de la actividad artística.
A juzgar por la eventual relación de continuidad entre ambas películas, el también autor de las ficciones Sábado, Los suicidas, Ocio, Las Vegas parece oponerse a la separación taxativa entre trabajores y creadores. O dicho de otro modo adhiere a la idea de que la cultura es obra de laburantes antes que de individuos extra-ordinarios.
De las voces en off que acompañan las imágenes tomadas en el Cetecé y que ayudan a contar su historia (el film carece de entrevistas formales), algunos espectadores reconocerán aquéllas de Beatriz Sarlo y Federico Monjeau, mencionados en los créditos finales. La decisión de no mostrar los rostros de la ensayista y del crítico parece apuntalar el criterio de desestelarización artística, con perdón del neologismo.
El mismo cierre consigna la inclusión de segmentos de Esas cuatro notas, documental que Rafael Filipelli presentó a mediados de 2000, sobre la obra de Gandini a partir de una puesta de la ópera Liederkreis en el Colón. Este otro cruce cinematográfico parece reforzar la importancia que Villegas le acuerda a la labor colectiva.
En apenas una hora, Los trabajos y los días visibiliza la faceta menos conocida del gran teatro porteño, recuerda a uno de sus impulsores, desacraliza el arte, extiende el alcance de una película que pasó desapercibida tras su pre-estreno en el BAFICI de 2004. Tanto con su nuevo film como con Victoria, Villegas se revela como un cineasta sensible a la riqueza de obras y creadores desconocidos o subestimados por voceros, promotores y consumidores de la producción cultural de factoría industrial.