Los trabajos y los días

Crítica de Melody San Luis - Funcinema

DETRÁS DE LA MAGIA

Hay un detrás de escena que pocas veces se ve en los espectáculos. Hay personas que hacen posible que todo parezca natural. Los trabajos y los días se coloca del otro lado del escenario, en los momentos y los días anteriores a que suceda la magia. Nos encontramos ante un film de pocas pretensiones, pero de una idea clara: mostrar qué pasa detrás y quiénes son los protagonistas que nunca aparecen en escena.

La fuerza de esas manos que al aire enhebran los hilos más hermosos, que dan vida a cada uno de los instrumentos en la orquesta, tuvo el nombre de Gerardo Gandini. El es la entrada a ese detrás de escena que propone el film, un claro homenaje a su persona. Nos encontramos dentro del Centro Experimental del Teatro Colón. Aquí confluyen diferentes decisiones para poder mantener al lugar en las mejores condiciones posibles y que se pueda disfrutar de la música.

Aquello que se vuelve sublime, la imponente puesta de los músicos, que bien se puede disfrutar en los últimos minutos del film, tiene mucho de mundano. Desde cambiar una lamparita hasta discutir quién sería el encargado de realizar determinadas tareas es de lo que está hecho en mayor medida el teatro.

Para dar lugar a todas estas actividades, Los trabajos y los días toma parte de las conversaciones del personal y las vuelve relevantes. La cámara se coloca detrás de los trabajadores para registrar todo aquello que da vida a los grandes espectáculos.

Si bien la propuesta tiene una intencionalidad que constituye una revalorización de todas aquellas personas que forman parte de espacios como este, tiene sabor a poco. Lo cotidiano se come a lo mágico volviéndolo un poco desabrido. Son los últimos minutos los que logran encandilar, a través de aquellas manos que arman un mundo en colores con su música.