Contra viento y marea
La nueva película de Juan Villegas (Las Vegas), Los trabajos y los días (2019) desanda los pasos de los empleados del CETC, el Centro de Experimentación del Teatro Colón, que bajo la dirección de Gerardo Gandini e idea de Sergio Renán, impuso, hasta la fecha una suerte de tensión entre la música clásica y la contemporánea que se alberga en el mítico edificio.
En dicho lugar, el sótano del teatro, con todas las connotaciones que se le pueden atribuir, bajo versus alto, la elite y lo popular, las nacionalidades se multiplican y se enlazan con el fin del llevar a cabo las mejores experiencias y realizaciones a los espectadores, porque es así como se pensó al CETC, un lugar para explorar y animarse a romper con lazos y mandatos de la música tradicional.
La película avanza en las rutinas, en la burocracia, exponiendo una mirada amorosa y sensible sobre aquellos que dedican sus días y trabajos, tal como anuncia el título, conservando una distancia prudencial para enterarnos de los vericuetos de la música, que muchas veces nada tiene que ver con la creación y mucho menos con los sonidos.
Un pedido de alquiler de un instrumento, unas reposeras que no llegan, telas que se pueden reutilizar y pasillos que se recorren con materiales para los ensayos de “In nomine lucis”, de Luigi de Angelis, Segio Policicchio, Tempo Reale y Spectra, sobre música de Giacinto Schelsi, configuran el escenario para que el director nos hable de la convivencia de una multiplicidad de factores y agentes en la creación y también de los impedimentos que atraviesan.
Por ahí alguien dice “el CETC creo nuevas expectativas de experiencia, e inaugura una tradición para plantear la ópera y el teatro musical de una manera sistemática, que no era parte de la agenda de los compositores”, posicionando al espectador a tomar también partido sobre aquello que las imágenes devuelven para comprender la disrupción y su necesidad de existencia.
Juan Villegas, con habilidad y precisión, revela con su cámara, casi espiando, los intersticios del lugar, con sus diferencias de trabajo, presupuesto, con los vaivenes de empleados que podrían bien responder al estereotipo de los trabajadores estatales, pero que en la pasión del día a día y en la satisfacción de saber que colaboran con la generación de nuevas corrientes y estilos, escapan a cualquier rótulo o etiqueta.
Gerardo Gandini, pianista, compositor, figura clave de la música moderna Argentina, supo en el CETC desarrollar la posibilidad de nuevos emergentes en un espacio que hasta el momento había sido reservado solo para elites y determinado tipo de música. Sus discípulos y continuadores de la obra del espacio, avanzan allí abajo con paso firme en sus labores.
Y en ese mostrar la cotidianeidad, de mostrar los espacios más íntimos del lugar, por acumulación y cercanía, cada tacho de luz que se direccióna, cada pieza que se ubica en ese sótano, que funciona como un todo en contra de la imposición estética, Juan Villegas permite que transitemos en la cocina del acto creativo y con la misma rebeldía y fascinación con la que sus hacedores trabajan.