Reírse en serie
Cultores de un humor que mezcla golpes y picadas de ojos con crítica social, los tres chiflados se ganaron un espacio en la historia del entretenimiento televisivo. Con una relativa efectividad llegan a la pantalla grande.
Larry, Moe y Curly, esos tres freaks tan entrañables que, en blanco y negro, protagonizaron cerca de 200 cortos para la Columbia Pictures entre 1934 y 1958, hasta pasar a la televisión, medio que los hizo célebres en todo el mundo. Tres tipos pobres a los que cuesta decirles “pobres tipos” porque, al fin de cuentas, entre tanto golpe había bonhomía, ternura, compañerismo.
¿Qué resultado podría arrojar el cruce de ese universo con el de los hermanos Peter y Bobby Farrelly, aquellos que entregaron con títulos como Tonto y retonto (Dumb & Dumber, 1994), Loco por Mary (There's something about Mary, 1998) o Amor ciego (Shallow Hal, 2001) momentos de incorrección política en estado puro? Los tres chiflados (The Three Stooges, 2012) –la película- es un acercamiento “respetuoso”, con aggiornamiento incluido. Es decir, una película que recrea lo más característico de la serie (están las caídas, los accidentes domésticos, el humor verbal construido grupalmente, etc.) recontextualizado en una trama más extensa.
Abandonados en un orfanato (la película no dice nada del origen judío de los personajes), ya desde su infancia mostrarán su tan particular personalidad. Si en la serie sus peripecias nos mostraban la abundancia e idiotez de los ricos en tiempos de crisis, aquí algo de eso queda, aunque en determinado momento se nota “la trama”. Es decir, la voluntad por hacer que esas marcas de estilo entren a la fuerza dentro de la historia.
El tiempo de crisis llegará en la adultez del trío, cuando las monjas que los cuidaron durante toda su vida comuniquen que, por no tener fondos, el orfanato cerrará sus puertas. Tamaña desazón les genera la noticia a Larry, Moe y Curly, que saldrán al mundo exterior para buscar una solución, sin imaginar que terminarán metidos dentro de un siniestro plan familiar. Nuevamente: la humanidad está del lado de los “tontos”. Esta excusa argumental para ponerlos en acción entrega varias secuencias rutinarias, pero otras tantas con gracia y solvencia actoral. Como por ejemplo aquella breve estadía en el zoológico, o la inclusión de Moe en un reality show (posiblemente, la mayor “osadía” de esta re-lectura).
Hay que reconocerles a los poco conocidos actores que interpretan a los tres chiflados (Chris Diamantopoulos como Moe, Sean Hayes como Larry y Will Sasso como Curly) la capacidad ya no sólo de buscar una “mímesis”, sino de hacerlo de forma orgánica, tratando de superar la mera copia para hacer que ese material viva en otro formato. Lo han logrado. Y hay que decir, también, que el humor más celebrado de los Farrelly ya ha quedado un poco anacrónico, como si hubieran empleado toda su fuerza creativa en los ’90 y allí se les agotaron los recursos. Hoy en día, Los tres chiflados puede pensarse como un hiato a una carrera que muestra signos de agotamiento, pero que tal vez sea el puntapié de algo nuevo. El tiempo dirá.