El malo de los Anderson, es decir que no estamos hablando ni de Paul Thomas ni de Wes, se encaprichó con llevar a la gran pantalla una nueva adaptación del clásico literario escrito por Alejandro Dumas titulado Los Tres Mosqueteros y el resultado es una endeble y mala película que hace agua por todos lados.
Si bien todos conocemos la historia de Los Tres Mosqueteros, en esta adaptación nos contarán como el joven, inexperto y duvitativo rey Luis XIII es manipulado por el Cardenal Richelieu para lograr hacerlo caer del trono y así convertirse en el próximo gobernante de Francia. Para esto el ¿temeroso? Cardenal cuenta como aliada con una inexcrupulosa espía que trabaja para ambos lados para así desatar una guerra contra la Inglaterra del Duque de Buckingham. Athos, Aramis y Porthos, más el joven D'Artagnan, serán los encargados de frenar la conspiración y así devolverle la paz a su querido reino.
Todos sabemos que si Paul W. S. Anderson se encuentra detrás de las cámaras tendremos acción vacía, fuera de contexto y grotesca asegurada, aunque realmente no pensé que Los Tres Mosqueteros se me iba a hacer tan difícil de asimilar.
¿Se puede adaptar un clásico literario como la novela de Alejandro Dumas para convertirlo en una película de videojuegos con acción futurista a lo Matrix "de época"? No tengo una respuesta, ya sea afirmativa o negativa, debido a que en el cine es muy complejo marcar límites, aunque lo que si puedo asegurar es que esa supuesta fusión en Los Tres Mosqueteros no funciona en absoluto. Básicamente porque Anderson no supo narrar una historia sencilla, sin demasiadas vueltas, tratando de partir desde una básica pero sólida plataforma que le de una mínima relación para así poder desplegar sus conocidos artefactos pirotécnicos en materia de acción. Esto se da porque a lo largo de sus 110 minutos no se discriminan, ni se priorizan las escenas de acción, que de por si merecen un resaltado importante, para allí implementar espectaculares coreografías, ralenti y demás recursos, y así no agotar todas las balas en escenas que no valen la pena o incluso para no abusar totalmente de estos recursos y así terminar demostrando unas secuencias de luchas totalmente insufriblemente repetitivas. También Los Tres Mosqueteros falla en la implementación estética de las escenas futuristas de acción que no pegan en absoluto con la solemnidad que poseen todos sus diálogos.
Más allá de lo grotescas e insoportables que resultan las largas luchas, Anderson no se encarga de crear y desarrollar un solo personaje que logre generar algo de empatía y que se encuentre lejos del típico estereotipo del querido género de aventuras. Hay momentos donde es increíble ver a actores de buenas actuaciones para este tipo de films como Ray Stevenson o Milla Jovovich totalmente desdibujados y hasta sobreactuando gestos como si buscaran desesperadamente generar alguna sensación en el espectador.
En toda película de aventuras debe haber villanos que estén a la altura, sino la tensión y el peligro que se necesita es imposible que sean transmitidos. Tanto la versión gay del Duque de Buckingham a cargo de Orlando Bloom, como la caracterización desaprovechada y edulcorada del Cardenal Richelieu en manos del genial Christoph Waltz o la ya nombrada patética labor de Jovovich como Milady de Winter no logran producir un mísero centésimo de temor para conseguir que la historia pueda sostenerse sobre sus hombros y marche hacía un final mínimamente entretenido.
Lamentablemente el género de aventuras se encuentra maltratado este año con esta nueva versión de Los Tres Mosqueteros y la aburrida y desangelada Piratas del Caribe: Navegando Aguas Misteriosas.