Con las manos manchadas Una de las mejores formas de tomar contacto con determinado tipo de oficios es sin lugar a dudas apelando a la imaginación que se nutre de historias del pasado, esas épicas cotidianas que se transmiten de boca en boca. Luego, el marco lo confecciona la propia imagen que uno se hace de aquel relato y de inmediato existen huecos o baches que denotan incompletud. Pero la llegada del documental como vehículo de registro y portador de esas historias no puede ser más necesaria cuando de oficios y testimonios se trata. Allí, el relato cobra otro tipo de espesura que más allá de lo visible aporta el costado humano y si de humanidad se trata es imposible no arribar a las emociones, a ese dejo de nostalgia por un pasado muy diferente al presente. Los últimos es de esos documentales donde se respira historia no sólo por reconocer en sus protagonistas testimonios vivos de un oficio al que la tecnología y los avances técnicos en la gráfica dejaron absolutamente al costado del camino. La referencia directa a la impresión de tipos móviles, al recorrido por talleres de imprenteros que aún sobreviven al reinado del offset, representa un aspecto del trabajo de Pablo Pivetta en conjunto con Nicolás Rodríguez Fuchs, también la introducción del presente y de la perseverancia de algunos por mantener viva la llama de lo artesanal; por no huir de la tinta y las manos enchastradas. Solamente hay que tener amor y cierta obsesión por querer continuar con estas prácticas de arduo rigor y trabajo. Contar con letras de distintos tamaños en madera o plomo para hacer de un texto un ritual de composición y de cada palabra algo mucho más importante que una frase o idea: hacer que la palabra impresa en su relieve esté más viva que nunca.
Manos de tinta Los últimos (2019), dirigido por Pablo Pivetta y Nicolas Rodríguez Fuchs, es un documental de estilo retrato centrado en la figura de los estampadores de carteles y afiches quienes están entrando al ocaso de su profesión. Bajo el propósito de que no caiga en el olvido, está película se convierte en el camino para salvaguardar el pasado. Un enfoque atractivo, concreto y simple, sobre los objetos y las máquinas que van quedando atrás y como el fin de una era, resulta también la herencia de algo que aún puede sobrevivir. Bajo un trabajo estético pausado y de cámara fija, es la historia de distintos talleres de imprenta en tinta en la ciudad de Buenos Aires. Éstos siguen su rutina, pero tiene la desavenencia de que el trabajo decae y ya no siguen con el mismo ritmo de años anteriores. Lo cual los deja en camino a cerrar y vender todo. Ante este panorama una pareja de jóvenes (él, francés; y ella, al parecer, argentina) desean adquirir y seguir con el trabajo de libros impresos en tipografía. Recorren los talleres buscando las máquinas y piezas que han entrado en desuso y al negociar los precios se van dando cuenta de cómo el valor de estos objetos que en años pasados era elevado, hoy es indescifrable y casi una venta menor. Resulta interesante contar desde el punto de vista de los personajes que trabajan en cada imprenta. Las edades, las miradas sobre el negocio, el pasado y el futuro son toda una mezcla que enriquece el relato. Un mundo que deja lo manual por lo tecnológico. Sin embargo, es más atractivo cuando se ingresa en lo lúdico y prácticamente onírico. Todo centrado en las máquinas y en las piezas de imprenta, tanto como si los trabajadores y sus máquinas se fusionaran en un ritmo sincopado que nutre a la imagen de una cadencia particular, lo que trae consigo una buena forma de despegarse de lo convencional. Los objetos, las letras, las piezas y los colores ocupan todo y se vuelve un relato manierista y de tinte mecánico. Lo cual deja en claro que siempre desde una mirada neurótica se puede contar todo un mundo singular. Si bien podría haber tenido un estilo más dinámico en cuanto a las entrevistas y los espacios de trabajo, todo es directo y concreto. Deja que se cuente solo y al espectador como el testigo de un trabajo basado en el esfuerzo y la sobre dedicación. Ve al viejo hombre dominando a una máquina antigua que a la vez necesita de aquel hombre para funcionar bien. Al final, ante la percepción de cierta languidez, reflota por su desenlace que sigue la alegoría del maestro que enseña al aprendiz a dominar la vieja máquina que podría desaparecer. Una idea romántica de rescatar lo que está por perderse pero que puede interesar al público joven.
Frente al deterioro de las máquinas y al avance de las nuevas tecnologías, los históricos imprenteros deberán cerrar sus talleres. En la Argentina conviven dos generaciones: aquellos que heredaron el oficio y un pequeño grupo de jóvenes que rescatan la técnica transformándola en un nuevo lenguaje visual. Los directores Pablo Pivetta y Nicolás Rodríguez Fuchs elaboraron este cálido y nostálgico documental por el que desfilan ante una atenta cámara tanto esos veteranos como muchachos idealistas que todavía creen en que las antiguas máquinas pueden ser cantos de sirena para nuevos públicos y están decididos a demostrarlo.
Un muy valioso documental sobre el estado de las imprenta tipográficas que tienden a desaparecer. Un oficio que se transmite de generación en generación y corre el riesgo de ser olvidado y extinguirse lentamente. Y aunque toda una nueva generación se interese en el proceso cuasi artesanal, la mayoría de los dedicados a ese trabajo desmantelan sus lugares de trabajo y rematan tipos e impresoras. Para reflejar ese mundo laboral con situaciones límite, esperanzas, terminales y nuevos ilusionados los directores Pabo Pivetta y Nicholas Rodriguez lo documentan todo. Para la nostalgia y la información de un mundo en transformación.
¿Adaptarse a lo nuevo o continuar con lo conocido y anticuado? Es una pregunta y a la vez una reflexión que se hacen muchísimas personas, especialmente para evolucionar en el ámbito laboral, en detrimento de los sentimientos y recuerdos que producen el hacer algo en el mismo lugar y con los mismos elementos durante décadas. Dentro de ese dilema existencial se encuentra un grupo de personas que tienen una característica en especial, la de continuar una tradición que va en vías de extinción, la de ser imprentero, pero no cualquiera, sino de los que utilizan las máquinas tipográficas de fundición, con letras y números de plomo. Este documental sirve para hacer una aproximación a los entretelones de esta problemática, que afecta a muchos, principalmente a los autónomos. Los directores Pablo Pivetta y Nicolás Rodríguez Fuchs siguieron durante 5 años a un grupo de entusiastas trabajadores que ven como el tiempo se les escurre entre los dedos mientras crecen las dudas y miedos al futuro próximo. Los vaivenes temporales se ponen de manifiesto entre dos generaciones antagónicas por la diferencia de edad, pero, no así, por las preferencias a la hora de producir un papel impreso. Todos los entrevistados gustan del método primitivo, porque es un trabajo artesanal al que le dedican su amor y pasión por lo que hacen. La película es de corta duración, el ritmo es lento, pero no aburrido. La melodía que más suena, y que marca el paso, es el funcionamiento de las máquinas a la hora de imprimir afiches, diarios y libros. Con un riguroso trabajo y dedicación los realizadores toman como ejemplo a tres grupos humanos, de distinto número de integrantes, para mostrarnos que, en algunos casos la están pasando realmente mal y necesitan vender todo. En otro caso, desmantelan las viejas máquinas e incorporan nueva tecnología. Y, el más llamativo, una pareja integrada por Antonio y Sol, él un francés que habla muy bien el español, que compran algunas de las vetustas máquinas para editar libros, de pequeñas tiradas, con la intención de continuar con la vieja tradición de imprimir, aunque les lleve muchísimo más tiempo que hacerlo de ese modo que con una nueva maquinaria. Porque es difícil aceptar el implacable progreso y las consecuencias que trae aparejadas, podríamos decir que ellos no son los últimos en ejercer y abrazar con fuerza y alma un antiguo oficio, sino que son los últimos románticos de esta historia.
MEMORIAS EN PLOMO En su opera prima, Pablo Pivetta y Nicolás Rodriguez Fuchs rescatan el legado de las viejas imprentas y su permanencia en el inconsciente colectivo pero también a través de gente que aún elige a los tipos moviles como metodo de impresión. Es la razón del nombre Los últimos, un documental compacto que se va desmenuzando a través de los testimonios que rescatan o despiden un metodo de impresión, haciendo foco en el valor artesanal de la tarea y lo que significa para quienes vivieron del oficio a lo largo de varios años. Pero el film está lejos de caer en cierto romanticismo vacuo o esnobismo. Uno de los testimonios detalla lo que es vivir del oficio en una imprenta que se especializa en afiches de bandas de la zona, pero cuando el negocio comienza a mermar y el cierre es inminente menciona que no tendría problemas de adaptarse a las imprentas offset para sobrevivir. La secuencia que cierra el documental, que lo tiene finalmente en una imprenta offset, se contrapone al tono inicial del film en la vieja imprenta que cerró. Y aquí es que existe una elección estética por parte de la dirección entre mostrarlo solitario o acompañado de sus colegas, la paleta de colores cálida en oposición al blanco despojado y frío, el montaje sonoro metódico y monotono de la máquina offset que se va tornando invasivo en oposición al sonido irregular y metálico de la imprenta de tipo móvil. Se trata de una fuente de trabajo, pero también refiere a lo dificil que implica la transición a través de todas estas herramientas. Por otro lado, ante quienes van abandonando estas herramientas como fuente de trabajo están, precisamente, «los últimos», aquellos que eligen este metodo de impresión como un medio para comunicar. En algunos casos se utiliza para crear piezas de diseño y en otros aún se utiliza para imprimir diarios y folletines, pero la verdadera fuerza de estos testimonios radica en como llegan a la instancia de imprimir, redescubriendo un oficio que ante el menor inconveniente resulta complejo de resolver por la casi inexistente presencia de mecánicos que conozcan las máquinas. El documental de Pivetta y Fuchs gana al mostrar no solo el proceso de busqueda e instalación de estos equipos para ponerlos en funcionamiento, sino en mostrar la transferencia de conocimientos desde las viejas a las nueva generaciones y el valor socio histórico del tipo movil, pero no desde un lugar enciclopedico sino desde la voz de los testimonios. Hay en la estructura agil y compacta de Los últimos quizá la necesidad de profundizar sobre algunas de las ramas que el documental abre y no termina de cerrar, en partícular al mencionar el valor político del tipo movil a lo largo de la historia obrera. Sin embargo, se trata de una pieza valiosa para comprender no solo a un oficio que practicamente esta desapareciendo sino también para escuchar desde la calidez de los testimonios la reconstrucción del pasado y tener un pequeño vustazo del futuro.
Los argentinos Nicolás Rodríguez Fuchs y Pablo Pivetta presentan Los últimos, un documental que deja ver la crisis que atraviesa la imprenta tipográfica y, de paso, nos enseña sobre este oficio. El avance de la tecnología es muy beneficioso en muchísimos aspectos, pero, también, en diversas ocasiones, tiene consecuencias negativas. En este caso (y en otros tantos) la llegada de la era digital conlleva la pérdida de algunos empleos. Los últimos se adentra en el mundo de las imprentas tipográficas, un oficio que está pronto a desaparecer frente a las nuevas formas de encarar el diseño gráfico. Nicolás Rodríguez Fuchs y Pablo Pivetta priorizan a quienes se dedicaron durante toda su vida a este oficio. El relato en primera persona, directo y sin tapujos, permite que el espectador empatice con estos hombres nostálgicos que, poco a poco, están dejando ir aquello que aman. El recorrido por las pocas fábricas que aún se mantienen (una de ellas debe cerrar sus puertas tras 50 años) nos hace sentir cierta melancolía a pesar de lo alejados que podamos estar de este mundo. Pese a todo lo negativo que parece enfrentar la imprenta topográfica, también se deja entrever un pequeño hilo de esperanza: dos jóvenes se muestran interesados por este oficio (compran los artefactos del taller que tuvo que cerrar sus puertas). Todo parece indicar que serán “los últimos” que depositen sus sueños en este trabajo, aunque claramente lo harán con una vuelta de tuerca. La fotografía es uno de los aspectos más cuidados en este documental. Repleto de planos detalles, nos adentra de lleno en esta labor que parece estar pronta a desaparecer. Prácticamente cada plano está ahí para enseñarnos/mostrarnos algo. Esto se hace más notorio sobre todo en las escenas que se llevan a cabo en la fábrica. Ahí la cámara capta de una manera precisa y exacta el minuto a minuto de la magia que se realiza dentro de estos talleres. Los últimos es un documental preciso e interesante. Nos adentra de lleno en un mundo desconocido para muchos, en especial para las nuevas generaciones. Funciona como un pedido de ayuda para que esta labor no termine de desaparecer ante la llegada de las nuevas herramientas tecnológicas.