En el último Festival de Mar del Plata pudimos “apreciar” (es una forma de decir, porque es muy difícil apreciar tal despropósito cinematográfico) la película griega Dogtooth, acerca de una familia que vive encerrada en su hogar, y sometida a torturas y humillaciones a pedido del patriarca. Con un humor negro, que rozaba los límites entre el masoquismo visual y el absurdo, esta obra, densa, aburrida, monótona; no dejó una buena huella en mi memoria.
La película de van Warmerdam, en cambio, con un argumento con bastantes puntos en común con el film griego, propone un juego similar, con mayores convencionalismos estructurales y visuales, sí, pero con menos pretensiones, más sutilezas, y sobretodo un excelente elenco.
Emma Blank es una exótica y excéntrica artista refugiada en una casa, junto a un lago. Según dice, se está muriendo. Le quedan “pocos días”, y la única compañía que le queda es su servidumbre, que pronto nos enteraremos que se trata de su propia familia: Haneveld, el jefe de mayordomos, fue en algún momento, esposo de Emma, con quién tuvo a Goonie, que ahora también mucama de su madre. De esta manera el espectador va empezando a razonar acerca de los dobles roles que cada siervo de Emma cumple. Excepto por Theo, quien representa ser “el perro” de Emma. Theo no habla, y solo sale a hacer sus necesidades, y a pesar de que viste como hombre, se porta como animal y lo tratan como tal.
La “familia” se mueve según los caprichos cada vez más incoherentes de Emma. Ella los va manipulando a todos para que estén a sus pies. Pero, esto lleva a que vivan una situación de opresión que los va reprimiendo, al punto que no saben si obedecen, por respeto, obligación, lealtad u odio hacia la “millonaria” patrona.
Todo empieza a cambiar cuando Goonie tiene intenciones de vivir la vida, y tener opciones para enamorarse, además de Meijer, su primo, quien la desea desde chica.
Debido al reducido terreno por el que se mueven los personajes, y el hecho de que cada uno, tiene una escena de lucimiento al menos, se podría pensar, que van Warmerdam (que además de escribir, co producir, dirigir y componer la música, interpreta a Theo, el perro de forma soberbia y muy divertida) armó la historia como si fuese una obra teatral. Eso no significa, que cinematográficamente no funcione. Si bien, hay una completa transparencia en cuanto a la presencia de la cámara, así como de la foto y el montaje, la película tiene una dinámica interesante, y sin duda, son estrafalarios personajes, y las soberbias, creíbles y divertidas interpretaciones, especialmente de Bervoets y Malherbe, las que sacan adelante la película y estimulan al espectador para que la siga viendo. Además, los personajes en sí, siempre representan una farsa. El director acierta en generar molestia e incomodidad en el “encierro” que vive la familia, confirmado por la hipocresía y las mentiras (por razones de paranoia, o miedo al quiebre del equilibrio del bienestar) que van generando y al final terminan creyendo (lo cual recuerda un poco a The Truman Show o La Aldea también, pero con mayor autoconciencia)
A la mitad de la película, cuando la pintura de personajes se agotó, y las ridiculeces que Emma les pide que hagan llegan a un topo, el film empieza a volverse previsible, obvio y repetitivo. Sin embargo, está lejos de caer en clisés o tonos similares al del cine estadounidense, o de insertar golpes bajos o momentos sensibilizadores de forma forzada.
Cuando van Wardermar parece amagar con caer en el melodrama, decide meter algunos cadáveres y apostar mejor por el humor negro, género donde la película estanca mejor. El uso de la música para generar tensión acrecienta y mejora los climas, dando en la tecla con el tono justo, entre el thriller y la comedia, lo que la acerca, junto a cierta mirada crítica sobre la burguesía, a un film de Claude Chabrol, o incluso a Quién Mató a Harry del maestro Alfred Hitchcock, que a su vez era una comedia negra inspirada en una obra de teatro.
Sin mayores logros que una gama de personajes “originales” pero a la vez sensatos, que a diferencia Dogtooth, no tratan de estar demasiado alejados del espectador, un buen elenco, y sin pretensiones por generar polémica gratuita, Los Últimos Días de Emma Blank, es un comedia negra efectiva, algo reflexiva y por demás, atendible.