Perro (Juan Minujín) y Gordo (Néstor Guzzini) son dos amigotes que sobreviven con lo que tienen a mano en un pequeño pueblo uruguayo. Allí “cuidan” un hotel vacío, mientras esperan la llegada de los dueños húngaros, cultivan marihuana en el patio y, en el caso de Perro, hace algunos trabajos de jardinería.
Como suele ocurrir en las “comedias policiales”, los amigos literalmente se cruzan con la oportunidad de sus vidas cuando, en uno de sus trabajos como jardinero, Perro encuentra a los dueños de la casa muertos y unos cuantos millones de euros. ¿Qué hacer con semejante cantidad de dinero?
Coproducción argentino-uruguaya a cargo de Gabriel Drak, Los últimos románticos irá cruzando a sus diversos personajes (el nuevo comisario, un malvado mafioso húngaro, algunos policías involucrados en el negocio de la marihuana) a largo de esta historia en la que los enredos estarán a la orden del día.
Si bien es entretenida y liviana, la película adolece de una pereza formal por la que le cuesta escapar de la estructura del plano y contraplano. Tampoco ayuda que el guión exhiba sus costuras no sólo a través del carácter fortuito de la cadena de sucesos, sino también por algunas líneas subrayadas que rompen con la impronta naturalista y campechana de sus protagonistas. El resultado es un film con un planteo más interesante que su resolución.