El futuro que viene
Una película argentina, post-apocalíptica, que vira entre la ciencia ficción y el thriller futurista, ambientada en el Altiplano boliviano es algo a lo que el cine no nos tiene muy acostumbrados. El argentino Nicolás Puenzo presenta una ópera prima atípica, que reúne todos estos elementos y propone una reflexión sobre el poder y los abusos corporativos. Los últimos (2017) sucede en un futuro cercano luego de que la guerra por el agua acabara con gran parte de la humanidad, aunque, pese a eso, el amor y la esperanza luchen por sobrevivir.
La historia de Los últimos parte de un hecho real cuando en 2016 se declaró la Emergencia Nacional por el agua en Bolivia. Los autores (Nicolás y Lucía Puenzo) narran una historia de ciencia ficción a partir de un mundo desbastado de recursos naturales, donde el poder está en mano de corporaciones que manipulan a los seres humanos para que actúen a su favor y el futuro es tan negro como el presente. En medio de ese caos Yaku (la actriz y modelo peruana Juana Burga) y Pedro (Peter Lanzani), una joven pareja, y Ruiz (Germán Palacios), un fotoperiodista de guerra, emprenden una huida hacia el Pacífico.
Puenzo se nutre de una atmosfera distópica y angustiante como la que Alfonso Cuarón construyó en Niños del hombre (Children of Men, 2006) para, con el fondo de los desolados paisajes del Altiplano, crear una especie de tensión ambiental a punto de explotar. Un espacio abierto, pero desierto y decadente, gracias a la dejadez y al caos es el escenario que Puenzo elige para situar la acción de Los últimos, donde pesar de la violencia (directa o latente) que impregna toda la trama, las imágenes, lánguidas y amenazantes del paisaje urbano (fotografiadas por el propio director), expresan el estado de ánimo atormentado y desesperanzador de quienes lo habitan.
Tan alegórica como encantadoramente espeluznante, si algo tiene Los últimos es un riesgo infrecuente en el cine argentino reciente, donde el diseño de producción de un mundo post-apocalíptico y la ausencia de explicaciones innecesarias son sus mayores logros, más allá del irremediable mensaje al que nos conducen sus protagonistas hacia el final.