Esta ópera prima incursiona en géneros poco transitados por el cine argentino como la ciencia ficción distópica, el western, el thriller apocalíptico y el melodrama clásico con más hallazgos que carencias.
¿Qué pasaría si la siempre temida guerra por el agua se llevara adelante y un poderoso ejército invadiera el norte de la Argentina? ¿Y si la megaminería cumpliera con los peores pronósticos absorbiendo todo lo que se puede absorber? Posiblemente algo muy parecido a lo que imagina Nicolás Puenzo en Los últimos.
El debut en la realización de largometrajes del hijo de Luis (La historia oficial) y hermano de Lucía (XXY, Wakolda) –aquí ambos productores; ella también coguionista- recorre un género poco habitual en el cine argentino como la distopía. En ese contexto, el norte argentina desvastado y con un pocos sobrevivientes civiles que viven hacinados en refugios.
Entre ellos está la pareja que interpretan Peter Lanzani y la modelo y actriz peruana Juana Burga. Un embarazo sorpresivo los obliga a emprender la marcha hacia el océano Pacífico en busca de algo de tranquilidad. Durante estos minutos el recorrido tiene mucho de Mad Max por su aire distópico y polvoriento, pero también por la exuberancia visual de sus planeos aéreos y la majestuosidad del terreno.
Técnicamente impecable y con un diseño de producción verdaderamente prodigioso para los parámetros de la Argentina, Los últimos arriesga mixturando elementos del western, la ciencia ficción, los thrillers post-apocalípticos y hasta del melodrama clásico. El resultado es siempre atrapante e hipnótico aunque por momentos dispar. El peso de lo alegórico irá creciendo a medida que se asomen en el camino la médica de Natalia Oreiro, el fotógrafo de Germán Palacios y el contratista de Alejandro Awada, llevando lentamente al film contra las cuerdas de un desenlace con mensaje.