El verano del desencanto
Para el protagonista de esta opera prima del director Gustavo Biazzi regresar en verano a Posadas implica por un lado el reencuentro con viejas prácticas adolescentes, amigos de otro tiempo, dispuestos a jugar de cómplices en la búsqueda incansable de sexo y diversión. También el punto de partida de un posible viaje a Florianópolis con su novia teniendo en cuenta la proximidad de Misiones con el país hermano.
Ernesto en Buenos Aires no tiene la libertad para dejar fluir el deseo, a pesar de establecer un vínculo con su novia, a punto de recibirse en la facultad de Derecho y ese es el principal detonante para tomar decisiones apresuradas y más aún si se trata de la noche, amigos y el peligroso pero a la vez seductor camino de la infidelidad veraniega.
Los vagos es una opera prima con personalidad propia y sabe recorrer la intimidad de este grupo de amigos de una manera pausada, aunque no contemplativa. Por momentos se vuelve intensa porque se contagia del clima del desborde sin responsabilidades para construir con paciencia un atractivo retrato de adolescencia, en la ciudad de Posadas. Protagonista también de la película.
La naturalidad es el arma de mayor eficacia para lograr los climas que este tipo de relatos semi intimistas necesitan, así como algunas situaciones que derivan hacia el humor o a un sutil cambio de registro con cierta búsqueda de aire cuando la densidad narrativa acusa algún defecto por repetición.
La transformación de Ernesto se lee como esa procesión del abandono de una piel por otra, en sintonía con los conflictos entre él y su novia ante la llegada de terceras que ponen en jaque la confianza.
Como toda opera prima que apuesta a la honestidad en la historia que quiere contar es realmente elogiable el espacio que el director le da al sexo, a la seducción y a la sensualidad de lo nocturno, con un trabajo riguroso a nivel fotografía, algo que podía esperarse debido al origen del director nacido en Posadas en este territorio del arte y la cinematografía.