Comprobé que sufro de “fatiga de superhéroes”. Ok, ya lo sabía de antes, pero el viernes –cuando fui a un cine normal con gente normal– a ver AVENGERS: ERA DE ULTRON, acompañado por otra gente normal que no había visto casi ninguna de las películas del Universo Marvel y la pasó muy bien viendo ésta, me quedó claro que la falta de disfrute respecto a lo que estaba viendo tenía más que ver conmigo que con la película en sí. Es que el nuevo filme de Joss Whedon que toma los productos premium de este supermercado de superhéroes (la repetición es intencional) es la versión más abigarrada y grandiosa de toda la línea de ensamblaje de la compañía, es la que pone toda la carne al asador y propone todos las tonalidades posibles de este tipo de películas: es grave, es liviana, es acción pura, es romance, es trama propia y a la vez deudora de un todo narrativo que viene de otras películas y comics y va hacia nuevas. Y es la que deja al espectador elegir su propia aventura dentro de todas las que propone. O, como en mi caso, nos deja un poco abandonados tratando de agarrarnos a pequeños momentos de interés aquí y allá que se reparten a lo largo de la película, en cuentagotas.
Pero soy yo, sé que soy yo. Bueno, calculo que seremos unos cuántos, pero seguramente muchos menos que los que las disfrutan y las convierten cada vez que salen en las películas más taquilleras de ese año en una competencia que ya no es de inflación narrativa sino, literalmente, una por ver quien hace más millones que la anterior. Y, como me pasó el viernes en el que fui al cine-cine, también las pueden disfrutar espectadores que no están saturados de superhéroes y se sorprenden todavía con los mecanismos narrativos que a muchos nos resultan agotados y agotadores.
01AVENGERSJP1-articleLargeAVENGERS: ERA DE ULTRON está bien hecha, tiene más coherencia visual que la anterior, algunos momentos divertidos y una subtrama romántica que no está mal. Tiene, también, escenas de acción interminables que me hacen constantemente preguntarme hasta qué punto resulta disfrutable el espectáculo de gente chocando y pegándose entre sí, ciudades destruidas y villanos que quieren aniquilar a la raza humana con toda la sarasa del caso incluida. Y no es que no pueda disfrutar una buena película de acción o de aventuras como cualquier ser humano atravesado por el deseo que le cuenten buenas historias, sino que siento que estas películas raramente cuentan “buenas historias” y en mi cabeza parecen todas versiones mediocres, confundibles entre sí y ligeramente diferentes de las mismas cosas, como los defensores de la Selección Argentina de fútbol.
No voy a hablar de la trama porque la pueden chequear en cualquier lado y porque, por un lado, no estoy seguro de haberla comprendido del todo y me aburre la idea de contarla. Solo diré que el sindicato de superhéroes tiene que lidiar con una creación de “inteligencia artificial” que se les vuelve en contra y que, tras unos pasos en falso y muchos muchos muchos combates, termina saliendo airoso. De todos modos, me doy cuenta que me entretiene más ver a los fornidos superhéroes hablar y bromear entre sí (al mejor estilo del cine de Howard Hawks que es el claro modelo de Whedon) que cuando, en plan digital extremo al borde de la animación, entran a lanzarse edificios por la cabeza. Creo que una charla entre los personajes durante dos horas en ese estilo sobremesa ligeramente lisérgico patentado por Robert Downey me divertiría mucho más. Y en ese sentido hay que sacarse el sombrero ante los Chris (Hemsworth y Evans) que se bancan a la perfección la ironía neurótica de nuestro Iron Man con ADD.
01AVENGERSJP2-articleLargeLa relación entre la Viuda Negra y Hulk –o Scarlett Johansson y Mark Ruffalo– también tiene unos momentos de ternura y humanidad que permiten descansar la vista y el oído, además de bajar el promedio de cortes por minuto, pero creo que están puestas más a pedido de los actores (así pueden hablar de la complejidad de sus personajes en las entrevistas promocionales) que del público. Por lo breves que son –y más en comparación con las escenas de acción– es claro que nadie en Marvel/Disney quiere alienar al público cautivo (varones de 12 a 25) con un romance tipo la Bella y la Bestia. No. Son momentos, como cada aparición de los pectorales de los Chris– demográficamente calculados, con cronómetro en mano.
Si todo esto suena a queja de crítico de mediana edad que no entiende las películas “que les gustan a los pibes”, me hago cargo. No suelo tomar posturas conservadoras en mis críticas ni soy de creer que todo tiempo pasado fue mejor o que el buen cine solo se ve en festivales, pero debo admitir que pese a todos mis esfuerzos, no logro que el Universo Cinematográfico de Marvel me interese demasiado. Hay algo demasiado corporativo, demasiado estructurado y calculado, demasiado artificiosamente hypeado que me termina alienando, dejando afuera. Y más allá que admire ciertas ventanas creativas que pueden escaparse en este programa de invasión de superhéroes en fases de parte de realizadores talentosos como Whedon, también entiendo porqué el hombre decidió abandonar la saga después de dos películas y dedicarse a otras cosas. La sensación de deja vu no la tenemos solo nosotros…