Seguramente a muchos de los lectores de NOTICIAS no les interese demasiado una película con superhéroes a montones, explosiones y efectos especiales. No tiene nada de malo eso, salvo por el hecho de que quien gusta del cine no hace distinciones por presupuesto o género. Aún así, quien esto escribe quiere proponerles una forma de ver este film, que es mejor que el primer “Vengadores”: véase La era de Ultrón como un documental acerca de cómo y por qué leímos una historieta y nos grabó la memoria. Joss Whedon cuenta varias historias: la de un hombre común que, ante la circunstancia extraordinaria, pelea pero quiere volver a casa; la de los sobrevivientes de una familia destrozada; el amor entre dos seres que no podrán formar una familia jamás; la de un científico que es un monstruo (y no es Hulk: Robert “Tony Stark” Downey Jr. es Jeckyll y es Hyde); la de la perversión de la tecnología. Aún así estas historias son menos importantes que la idea de contarlas con colores exagerados y ruido: equilibrar unas con los otros es el mayor logro de la película. Pero volvamos a lo “documental”: vea cuándo y cómo la cámara se ralentiza para capturar el instante en que un movimiento se vuelve épico y bello. Son esos momentos donde el film se vuelve una obra personal e íntima: la declaración de un adulto de por qué no abandonar los juegos de infancia. Es esa idea la que justifica un film y, también, este género: el de los cowboys de lo imposible.