La imagen ganadora en Avengers: Age of Ultron, ese momento que llena de adrenalina, ya pudo verse en el último trailer y está presente en los primeros cinco minutos de la película: ese glorioso salto en slow motion donde el sexteto vengador ataca sin piedad a sus enemigos. Con esto no quiero decir que la bombástica secuela no tenga una gota de emoción en todo su recorrido, pero con las expectativas tan altas y con la exigencia que se le insufló día a día al director Joss Whedon, el resultado es lo que todos esperaban, pero por otro lado puede haber un pequeño gusto amargo cuando la película termine.
Sin perder ni un sólo segundo de tiempo, el guión del propio Whedon pone a los Vengadores en el campo de batalla, invadiendo el territorio de la imaginaria nación de Sokovia, hogar del Barón Strucker y residencia provisoria del Cetro de Loki. También vemos en acción a los gemelos Pietro y Wanda Maximoff, a los que se los separa instantáneamente de su naturaleza X-Men con un diestro movimiento de guión, sencillo pero que funciona. Strucker no es una amenaza poderosa para el grupo, pero sí lo es Wanda, que instila una imagen de terror en Tony Stark, que lo empuja a darle la espalda a su grupo y, con la ayuda de Bruce Banner, intenta crear un escudo de paz mundial que fracasa estrepitosamente. Hola, Ultrón. Ultrón es lo más parecido que tiene el universo Marvel a Skynet, una mente artificial que se hace poderosamente inmensa con la ayuda de Internet, y prontamente está en todos lados. Lo que Skynet no tenía -una personalidad- Ultrón la tiene, con la convincente y un toque sexy voz de James Spader, que le da corporeidad al personaje aunque el villano no posea un cuerpo de carne y hueso. Whedon dijo en entrevistas que Spader fue la primera y única opción que consideró para Ultrón y es imposible no creerle. La voz del actor crea un peso alucinante y le da potencia a la amenaza, aunque para ser un constructo artificial a veces puede tener demasiada personalidad, e incluso hasta soltar un par de chistes, made in Whedon.
Lo que nos lleva al siguiente punto: Age of Ultron se ahoga en humor. Desde el guión, Whedon dispara a morir una cantidad aplastante de one-liners para todos y cada uno de los integrantes del grupo y el resto del elenco. Este humor simplista es el centro neurálgico de la carrera del director y, por ósmosis, de Avengers. Funciona porque distrae y resulta cálido, pero contrastado con la amenaza latente sobre el mundo, hay algo que genera una fricción importante. Le falta un poco del cinismo lúgubre que tanto se le critica a DC Comics, un poco de mala leche, pero no mucho se le puede pedir a Disney, la casa que alberga a Marvel. Con esto no digo que el universo compartido tenga que ser pesimista, pero una pizca no le vendría nada mal. En este punto, ningún villano parece estar a la altura de los Vengadores, e incluso la amenaza de Ultrón no es enemigo de medida para ellos. El riesgo latente de Thanos se presenta como el enemigo final pero ¿mientras tanto? Ultrón les da pelea, pero lo que está en juego no es tan interesante como lo que pasó y lo que vendrá.
Mientras tanto, el espectáculo de la acción ocupa toda la pantalla y los sentidos. Durante dos horas y veinte minutos que se sienten como si fuesen quince minutos, el poder de Whedon se siente delante y detrás de la cámara. Delante, porque ya malacostumbró a la platea a esperar una avalancha de efectos asombrosos, y escenas de combate a todo vapor, pero el verdadero talento se encuentra detrás, humanizando a los personajes y dándoles vida a través del guión. La semilla de la discordia y el nacimiento de Ultrón es generada por el ego del Tony Stark de Robert Downey Jr., y hay una pequeña rendija al futuro con el disentimiento entre Stark y el Capitán América de Chris Evans que llevará a su punto álgido en Captain America: Civil War. La historia romántica de la Viuda Negra y Bruce Banner reside en la química entre Scarlett Johansson y Mark Ruffalo. La trágica historia de los gemelos Maximoff está unida al pasado de Tony Stark y, finalmente, se vislumbra la vida del Clint Barton de Jeremy Renner, detrás de la máscara de Hawkeye. Si vamos al caso, las visiones que genera una primeramente villana Elizabeth Olsen en los Vengadores afectan mucho más que las consecuencias más próximas de Ultrón. Todo pasa por el costado humano del grupo y es ahí donde reside la maestría de Whedon, donde inevitablemente Age of Ultron se convierte en una gran secuela, que funciona mas allá de sus costosos efectos especiales y sus lujuriosas persecuciones por el mundo, escenas que todos esperábamos y que ya no impresionan como antes.
No se puede negar que Age of Ultron es el espectáculo que todos estaban esperando, pero la sensación de que es un mero tránsito entre continuaciones para llegar al gran clímax le quita un poco de ese sentimiento de evento cinematográfico. En cuanto a lo que está en juego, previos productos de Marvel lo han hecho mejor, pero se agradece mucho que Whedon no se haya visto arrastrado en la vorágine de tantos personajes juntos, e incluso introducir nuevos y no intentar superar lo que hizo antes.