Thanos contraataca
“Esta vez no hay resurrecciones”. Con esa frase comienza Avengers: Infinity War (2018). Cumple una doble función: es tanto una amenaza dirigida hacia los Avengers como una promesa para el público, que al cabo de una década y casi veinte películas confía en la infalibilidad del status quo del llamado Universo Cinematográfico Marvel. Pero aún ignorando los otros cinco lanzamientos que Disney tiene programados para los próximos dos años - incluyendo la segunda parte de esta película - ¿quién se dejaría engañar por un final tan oscuro y abrupto?
Thanos es quien dice la frase. De lejos posee un aspecto genérico, un ogro digital no muy distinto al Steppenwolf de Liga de la justicia (Justice League, 2017), pero resulta uno de los villanos más efectivos que Marvel ha producido en años, un fanático motivado de manera lógica, hasta empática, y con una dosis de tristeza. Único sobreviviente de un planeta muerto - como Superman, por qué no - su objetivo es brindar “balance” al universo masacrando la mitad de todo lo que vive en él. A efectos de ello busca las seis “Gemas del Infinito”, dos de las cuales son protegidas por Dr. Strange (Benedict Cumberbatch) y Visión (Paul Bettany).
A la fecha ésta es sin duda la película más ambiciosa de Marvel, una épica operática que reúne unos treinta superhéroes - casi ochenta personajes en total - incluyendo Iron Man (Robert Downey Jr.), Capitán América (Chris Evans), Thor (Chris Hemsworth), Hulk (Mark Ruffalo), Black Widow (Scarlett Johansson) y Spider-Man (Tom Holland) más los elencos de Guardianes de la galaxia (Guardians of the Galaxy, 2014) y Pantera negra (Black Panther, 2017). El resultado es un espectáculo con tres o cuatro líneas argumentales en las que distintos grupos de héroes se turnan para detener al villano o rescatarse mutuamente.
La película en su totalidad es como un gran clímax (o la mitad de uno al menos), prescindiendo de los primeros dos actos y manteniendo el tono de conclusión épica - con el ocasional momento de introspección triste - por dos horas y media. El resultado es un poco aturdidor pero por lo general la acción es clara, entretenida y lo suficientemente variada. Más que la acción lo que mantiene la tensión es el constante montaje en paralelo, la forma en que la urgencia de una trama se ve reflejada, rayando el melodrama griffithiano, en las otras.
Una de las críticas comunes al universo Marvel es cuan parecidos son los personajes, que comparten el mismo ego y humor sardónico; los directores Joe y Anthony Russo aprovechan su titánico elenco al emparejar las personalidades más contrastantes de manera que las interacciones se mantienen interesantes. Por separado Stark y Strange parecen idénticos pero una vez unidos resaltan respectivamente su infantilidad y severidad; asimismo Thor y Star-Lord (Chris Pratt) forman un buen dúo cómico porque el primero, perfecto en todo sentido, es indiferente a la inseguridad que genera en el segundo. Por otra parte el enorme ejército de segundones que se arma en Wakanda carece de personalidad y la mayoría son desaprovechados, relegados a apariciones obligatorias y algún que otro parlamento.
Con tanto superhéroe quien termina robándose la película es Thanos, interpretado mediante captura de movimiento por Josh Brolin. ¿Qué lo vuelve tan efectivo? Consistentemente derrota superhéroe tras superhéroe, demostrando ser más listo y más fuerte; es lo más parecido al protagonista de la película porque sus acciones motivan todo lo que ocurre en ella, y los Avengers quedan reducidos a un grupo de amateurs que reaccionan sin gran convicción o éxito.
Sin embargo hay algo que nunca termina de cuajar del todo y desbarata los “shockeantes” 15 minutos finales de la película: el hecho insoslayable de que estamos viendo la primera parte de una historia que no concluye, y que la fingida osadía con la que personajes parecen morir es un fraude a ser revelado como tal en la siguiente película. Dados los numerosos precedentes que Marvel tiene de revivir a sus muertos - ya sea dentro de la misma película, la siguiente o una de sus series diseñadas para aguantar la respiración hasta el próximo film - no será una gran sorpresa descubrir que “Infinity War 2” regresa la historia a tierras familiares y retroactivamente hace de Avengers: Infinity War una estafa.
Cuales sean los méritos de esta película tienen fecha de expiración: el estreno de la secuela. Hasta entonces vale pretender que Avengers: Infinity War es mejor de lo que realmente es.