Los Vengadores es una bomba. Es imposible negarlo. Tiene acción a raudales, diálogos deliciosos y secuencias que lo dejan a uno con la boca abierta. Considerando que es la confluencia de cuatro películas taquilleras previas (!) (en una brillante y calculadísima jugada de marketing), el dinero inundará las arcas de los productores hasta aplastarlos. Es posible que recaude tanto - o más - que The Dark Night pero no nos confundamos; mientras que el clásico de Christopher Nolan se basa en la inteligencia, el exotismo y la sorpresa, Los Vengadores no es mas que un enorme, prolijo y hermoso espectáculo pochoclero cuya trama podría reducirse a una carilla y, aún así, sobraría espacio.
La tira original data de 1963, y era la respuesta de la Marvel a la Liga de la Justicia de la DC Comics. Los 60 aún eran una época de frescura para las historietas, si bien las editoriales pronto entrarían en una espiral de competencia e imitación que terminaría por marcar la decadencia de las comics como tal. Piensen, sino, todas las ideas comunes que ambas editoriales terminaron aplicando con el paso del tiempo; superhéroes olvidables demasiado parecidos a los de su competidor, versiones adolescentes / femeninas de los héroes establecidos; universos poblados de versiones alternativas que terminarían décadas mas tarde en una purga general; melodramáticas muertes de algún prócer de la historieta... los cuales serían sospechosamente revividos unos meses más tarde y cuando las ventas comenzaran a declinar: y hasta "Watchmen-versos", en donde toda una casta de venerables personajes pasaba a la ilegalidad y culminaba en guerras intestinas entre superhéroes. Aún cuando la Marvel venía experimentando de hace rato con equipos de superhéroes - Los 4 Fantásticos; X-Men -, los Vengadores son la versión más acabada del modelo, simplemente porque contiene la flor y nata de la editorial.
Esta versión de Los Vengadores viene de la mano de Joss Whedon, el mismo de Serenity y Buffy, la Cazadora de Vampiros. Whedon es un libretista brillante y ha demostrado tener muy buena mano para dirigir ciencia ficción, aunque tiene cierta tendencia a ser demasiado indulgente con su propio material. Por suerte colabora Zak Penn, el mismo de El Ultimo Gran Héroe y X-Men 2, el que pule las lineas de Whedon y les aporta sus propio salero. Entre ambos conciben una historia chiquita y fácil de seguir, dotada de un ritmo envidiable y salpicada de gloriosos diálogos.
Si hay manera de definir la experiencia de alguna manera, Los Vengadores vendría a ser un híbrido entre La Gran Estafa y Transformers. Cada uno de los personajes desborda un carisma impresionante - verlos juntos en pantalla es una gozada - y poseen algunas de las mejores líneas de remate que uno haya visto en películas de superhéroes; por otra parte, cuando llega la orgía de destrucción, no hay edificio neoyorkino que quede intacto, y cada pulgada de la pantalla grande está recargada de explosiones. Pero - siguiendo con la analogía - ésta no vendría a ser la Ocean's Eleven original sino la segunda o la tercera secuela, en donde la historia de fondo es una excusa flojita para ver a estos ídolos interactuar en escena.
Es simple: abren un portal con el cubo de energía que manejaba Hugo Weaving en Capitán América (y que posiblemente sea pariente de la caja de energía que manipulaba Anthony Hopkins en Thor), y aparece Loki en nuestro planeta. El tipo ya viene con plan de quedarse y dominar el mundo, razón por la cual hizo una alianza con unos aliens más malos que la peste. Como estos bichos tienen que revisar aceite, pasar por la estación de servicio y cargar nafta, etc, etc, no llegan enseguida, sino que deben esperar a que Loki - que es un dios todo poderoso - tenga sometido a un grupo de científicos para que le arme el dispositivo que pueda abrir el portal y los aliens lleguen a invadir la Tierra. Y como el cubito de energía apareció en varias películas, la gente de Samuel L. Jackson recluta a toda la gente que estuvo relacionada con el mismo (de una manera u otra): además de los ya mencionados Thor y Capitán América, está Tony Stark que lo encontró, Bruce Banner - que es el especialista en rayos gamma, la radiación que emite el cubo - y un par de agentes secretos que son más un adorno exótico que otra cosa. Esta gente se la pasa peleando verbalmente (y en algunos casos, físicamente) entre ellos y, cuando las cosas se ponen espesas, aúnan fuerzas y dejan los rencores de lado.
Obviamente las mejores líneas le pertenecen por lejos a Robert Downey Jr, quien sigue siendo la voz cantante de todo el asunto. Su Tony Stark vendría a ser la versión lisérgica y descontracturada de Bruce Wayne en el universo Marvel. El resto tiene oportunidad de lucirse, aunque en un plano secundario y, en semejante ensamble, la gran novedad es el recién llegado Mark Ruffalo, el que da con el pie exacto para componer a Bruce Banner / Hulk. Al fin la mole verde tiene el perfil que se merece, mezcla de atolondrado, conflictuado light y ferocidad contenida, y supera por lejos a Eric Bana y Edward Norton juntos. El otro que destaca mucho es Tom Hiddleston, que se relame en gran forma con con su perverso Loki.
No esperen que Los Vengadores sea una película inteligente; simplemente es rutina de comic escrita y dirigida con gran virtuosismo. Vienen los malos, los buenos se juntan y destruyen cosas por 90 minutos seguidos (aunque aquí el filme dure bastante más). Los chistes son para aplaudir, la acción es excitante y, lo que es mejor, se da el lujo de traer a la pantalla la orgía de destrucción que los filmes de superhéroes vienen adeudando de unas décadas a esta parte, comenzando por el climax insulso de Superman II. No hay sicología profunda, no hay intrigas inquietantes o sorprendentes; simplemente es gente con superpoderes haciendo bardo y divirtiéndose mucho en el intento. Y lo hacen tan bien que terminan contagiando su entusiasmo a la platea.