Codo a codo para salvar a la humanidad
Un genio tecnológico multimillonario devenido en paladín; un gallardo dios vikingo del trueno; un súpersoldado que fue emblema de una nación; un científico brillante, que puede devenir en una fuerza irresistible; una espía de élite, tan seductora como imbatible y letal; y un arquero de puntería infalible, con flechas cargadas de sorpresas. ¿Quién se negaría a tener este equipo de su lado?
Salvo que se trata de, respectivamente: un pedante individualista y megalómano; un pomposo y soberbio príncipe; un exiliado temporal con una particular visión del deber; un traumatizado que lucha contra su bestial personalidad oculta; una ex asesina profesional, con mucha sangre en las manos; y un agente que venía bien hasta que le lavaron el cerebro y lo usaron para el mal.
Demasiados egos, demasiada necesidad de redención. No es raro que el consejo al que respondo la agencia SHIELD no haya autorizado la “iniciativa Vengadores” del director Nick Fury. Pero cuando el renegado asgardiano Loki consiga apropiarse del Tesseract (fuente de energía de Asgard, robada por la organización Hydra de Red Skull durante la II Guerra (y sepultada por décadas en el hielo junto al Capitán América) empieza a parecer interesante sumar a Tony Stark (Iron Man), Thor (hermano adoptivo de Loki), el descongelado Capitán (Steve Rogers), Bruce Banner (y su alter ego, Hulk), Natasha Romanoff (Black Widow) y Clint Barton (Hawkeye).
Desconfianzas, indisciplinas, reticencias, choque de personalidades (y de puños) no tardan en aflorar. Sólo el sacrificio de un “verdadero creyente” (“true believer”, como diría Stan Lee) logrará ensamblar las piezas para armar un equipo capaz de resistir la invasión alienígena preparada por Loki (e inclusive el “fuego amigo”) y alcanzar algunzas redenciones en el camino.
Tripulando el tanque
Guionistas y directores de prestigio participaron de las películas previas que sirvieron de escalada a esta cumbre (valga el ejemplo de Kenneth Branagh en “Thor”), pero resulta acertada la elección de Joss Whedon, otro cerebro forjado en la televisión (como J.J. Abrams), creador de series de culto como “Buffy la Cazavampiros” y la incomprendida “Firefly”, capaz de tomarse en serio a los personajes de la Marvel y al mismo tiempo dosificar humor y el dramastismo.
Se luce al poder tripular un barco gigante: una superproducción plagada de (necesarios) efectos especiales y a la vez un reparto con por lo menos ocho o diez nombres de primera línea, que brilla tanto como el despliegue visual.
El cual, por cierto, alcanza picos de genialidad: el plano secuencia durante “la madre de todas las batallas” en el que dos paladines luchan codo a codo contra los invasores chitauri, para que luego un tercero le cubra las espaldas a otro así sucesivamente, es un orgasmo para el ojo (o para los dos ojos, ya que se exhibe en 3D).
Todo esto en una Nueva York que, desde los atentados de 2001, es agarrada para el cachetazo por el cine de Hollywood (algo así como Tokio es devastada y reconstruida como una Neo Tokio en el mundo del manga y el anime, como resabio de los bombardeos de 1945).
Superequipo actoral
Por el otro lado, se puede disfrutar del humor ególatra de Robert Downey Jr. como Stark; la ortodoxia de Chris Evans como el Capitán América; la frágil y sensual fortaleza de Scarlett Johansson como Black Widow (creada por Stan Lee en los ‘60 como una espía rusa enemiga de Iron Man); el compromiso y la culpa de Jeremy Renner como Hawkeye (nacido en el cómic como un títere de aquella Viuda Negra); la lucha interior de Mark Ruffalo encarnando a Banner; la grandilocuencia y la inocencia de Chris Hemsworth en la piel de Thor; la insana sed de poder y venganza de Tom Hiddleston en su Loki; la sabiduría del Nick Fury interpretado por Samuel L. Jackson; y la fe y el coraje del agente Phil Coulson que encarna Clark Gregg (un actor de bajo perfil que con su personaje dio unidad a la serie de filmes).
Como secundarios revisten Stellan Skarsgård como el profesor Erik Selvig (científico amigo de Thor), Gwyneth Paltrow como Pepper Potts (asistente devenida en pareja estable del otrora mujeriego Stark), la sugestiva Cobie Smulders como la agente Maria Hill y la voz de Paul Bettany (Jarvis, la computadora que asiste a Iron Man).
Fortaleza de espíritu
En la “Edad de Plata” del cómic de superhéroes, cuando además de ser editor en jefe de Marvel escribía personalmente los guiones de casi todas las series principales de Marvel y trabajaba con dibujantes míticos como Jack Kirby, Steve Ditko o John Romita Sr., Stan Lee (que en este filme también hace su consabido cameo, esta vez en un noticiero) redefinió el concepto del superhéroe: tan interesante como la lista de poderes o lo vistoso de sus trajes eran los traumas o debilidades que los acompañaba.
El mensaje era que no importa cuán grande, fuerte o rápido puedas ser, sino cómo sobreponerse a las adversidades, e incluso a uno mismo (“tú no eres un héroe, tu trabajas para tí mismo”, desafiará el estrellado Capitán al metalizado empresario en la película). Ese mensaje no envejece, y por eso los personajes creados por “The Man” (Lee) resisten tan bien el paso de los años y las reinterpretaciones. Larga vida a Los Vengadores: en algún momento los volveremos a necesitar.