Todos juntos contra una amenaza exterior
La reunión de varios de los más importantes personajes de la factoría de superhéroes Marvel –empezando por Capitán América, Iron Man y Hulk– sublima una de las fantasías fundacionales de los EE.UU. como imperio: combatir a un enemigo externo.
Cuando se habla de cultura y arte pop, lo primero en que cualquiera piensa es en una lata de sopas Campbell o en la peluca de Andy Warhol. Si se insiste un poco, seguramente se llega a los cuadros de historieta de Roy Lichtenstein. Nada mejor que empezar por la historieta y el pop para hablar de Los Vengadores, la película que reúne en un mismo plano a varios de los más importantes personajes de la factoría norteamericana de superhéroes Marvel: Capitán América, Iron Man, Hulk, Thor, Ojo de Halcón (Hawkeye) y Viuda Negra. Y está bien decir varios, porque no son todos; también pertenecen a esta casa el Hombre Araña, los 4 Fantásticos, X-Men y con eso alcanza para darse cuenta de la importancia de Marvel dentro de la cultura popular norteamericana y por extensión, guste o no, también global.
La apuesta del estudio Marvel, recientemente comprado por Disney, es muy fuerte, ya que apela a reunir a uno de los grupos de superhéroes más notorios, conocidos como “The Avengers” (los Vengadores del título), para conseguir un rendimiento de taquilla acorde con las expectativas. Basta recordar que los seis filmes en los que algunos de estos Vengadores aparecieron en solitario (dos de Iron Man, dos de Hulk, una de Thor y otra de Capitán América), recaudaron unos 2500 millones de dólares, y que si bien está lejos del Hombre Araña, que obtuvo una cifra similar sólo con tres películas, o de los mil millones de Christopher Nolan con su Batman, caballero de la noche, no deja de ser un negocio apreciable. Pop y negocio son entonces las palabras clave para pensar una película como ésta.
La historia contiene todo lo que se espera encontrar en ella. Ante la amenaza de una inminente invasión extraterrestre encabezada por el dios Loki, una organización secreta de inteligencia llamada S.H.I.E.L.D. (escudo en inglés), se encarga de reunir a un ecléctico grupo de hombres de acción como vanguardia de la defensa planetaria. En pocas palabras: un escuadrón de súper soldados para combatir una amenaza externa, una de las fantasías fundacionales de los EE.UU. como imperio. No está de más invitar a leer War Stars, guerra, ciencia-ficción y hegemonía imperial, notable libro donde el norteamericano Bruce Franklin aborda el tema en detalle y cuya tapa ilustra justamente Capitán América, líder natural de esta tropa de élite. Pero antes de enfrentar a los malos, estos héroes de egos tan grandes como sus músculos deberán resolver cuestiones de cartel. Y será todos contra todos: Hulk contra Thor; Thor contra Iron Man; los dos contra el Capitán América, y así. Pero la libertad amenazada al fin los pondrá a trabajar en equipo.
Los Vengadores es un clásico del comic cuyos seguidores hasta hace poco lo consideraban intransferible al cine. El estreno en 2008 de Iron Man, con Robert Downey Jr., marcó el comienzo de este sueño ahora cumplido. No es ocioso mencionar a Downey, porque sobre su gran trabajo en la personificación del excéntrico millonario Tony Stark y su metálico alter ego se cimenta gran parte del éxito de esa película. El ácido sentido del humor del personaje es tomado y amplificado por el director de Los Vengadores, Joss Whedon, consiguiendo lo que en las películas de los otros tres héroes centrales brillaba por su ausencia. Todo el humor que desbordan las dos Iron Man y que apenas aparece en Thor, bastante menos en Capitán América y nunca en las dos fallidas Hulk (fracasos económicos antes que artísticos, sobre todo en relación con el primero de ellos, dirigido por Ang Lee en 2003), es la herramienta más potente de Los Vengadores. Pero ya no es el personaje de Downey el único capaz de utilizarlo con solvencia. La nueva versión de Hulk, interpretado por Mark Ruffalo (el tercer doctor Banner, después de Eric Bana y Edward Norton), es sin dudas el gran hallazgo humorístico de la película. Whedon y su guionista Zak Penn aprovechan su irascible subnormalidad para hacerlo actuar muchas veces como poseído por el espíritu desquiciado de Tex Avery. Más pop que eso, casi imposible.
A menos que se quiera mencionar el clásico traje chauvinista del Capitán América, diseñado en base a las barras y estrellas de la más pop de las banderas del mundo. Acaso por ahí venga lo menos valioso de la película. A esta altura, debe admitirse que esa necesidad de subrayar cada parte del discurso donde se afirma que en el Norte siempre se pelea por la libertad de todo el mundo ya es un poco cínica. Tanto como esa megalomanía tan norteamericana de fantasear invasiones y catástrofes que (casi) nunca les ocurren, pero que siempre se encargan de exportar a todas las latitudes. Pero esta vez ni eso alcanza para arruinar el buen momento de cine pop (y gran negocio) que representa Los Vengadores.