Por años el cine de superhéroes se preparó para este evento. Una de las grandes vertientes dentro del género que más ha crecido en el último tiempo ha estado orientada a una meta común, la puesta a punto de un ensamble en el que se vieran potenciados todas las figuras traspuestas desde los cómics. Con The Avengers, Marvel brinda por el objetivo cumplido, como lo hiciera con la mayoría de las entregas de X-Men, como no lo hizo con las pobres Fantastic Four. En marcha desde el 2008 con la primera Iron Man y The Incredible Hulk, ha supuesto que una serie de engranajes se pusieran en movimiento para desarrollar personajes e historias y establecer líneas argumentales, limpiando el camino de asperezas para que Joss Whedon demostrara sus capacidades, siempre reducidas al ámbito televisivo.
Los años de experiencia en la pantalla chica han probado que el realizador es un enorme creador de protagonistas, capaz de enfatizar cualidades únicas que los convierten en parte de la memoria colectiva. La indiscutida genialidad de sus producciones, siempre condenadas a abruptos cierres por las demandas de la industria, han resultado en personajes inolvidables, sean cazadores, vampiros con alma o vaqueros espaciales. Las dudas en torno a qué podía generar a partir de trabajos ajenos se disipan con el correr de Los Vengadores, en la cual se da cuenta que explota las características del todo y de cada una de las partes. Para justificar este aspecto solo basta ir a los ejemplos: la entrega del mejor Hulk dentro de la serie, superior al de Eric Bana y, por mucho que pese, al de Edward Norton, de un Thor menos conflictuado y con lo mejor de la película de Kenneth Branagh, y a un Iron Man inspirado, más cercano al del film original que al de la secuela.
Whedon y Zak Penn sostienen la historia en la tensión entre los miembros del equipo, en donde llevan la delantera Tony Stark, el Capitán América y su duelo de egos. El acierto central del director es el de lograr la unidad sin descuidar ni forzar a ninguno de sus integrantes, otorgando la oportunidad de que cada vengador tenga su desarrollo sin perder de vista el panorama general. Esta triunfa allí donde suelen tropezar ciertas producciones corales, llevando a que incluso personajes secundarios (con los que Whedon históricamente se ha anotado puntos) como Black Widow y Hawkeye, por naturaleza inferiores a los otros cuatro, estén a la altura de las circunstancias. Por esto pagará el precio de un lento arranque, con un ritmo calmo que se extiende durante buena porción de la primera hora, algo que se verá compensado con su explosiva segunda mitad, incapaz de tomarse un descanso.
Las expectativas por The Avengers encuentran una producción cargada de altas dosis de acción y notables efectos especiales, a las que se suma aquel efectivo sentido del humor que ha caracterizado a las películas anteriores. Whedon elude tanto la artificialidad del mero impacto visual, en ningún momento hace a un lado a su historia, como el infantilismo de los diálogos, sin ambiciones reflexivas impulsadas por líneas "profundas". Al director no le tembló el pulso a la hora de llevar adelante una super-producción, y su resultado sin duda excede lo esperado. Con el visto bueno del público y la crítica, Whedon prueba estar listo para su demorado paso a las grandes ligas, ahora más que nunca con equipo confirmado.