De la Sátira Monárquica a la Moralina Autosuperadora
¿Qué diría Jonathan Swift si viera lo que Jack Black le hizo a su obra más trascendente e inmortal?
Adaptar “Los Viajes de Gulliver” a los tiempos que corren no es una mala idea. Las monarquías y los regímenes antidemocráticos siguen existiendo, y muchos países viven bajo un estado de seudo democracia, donde la autarquía supera al clamor popular.
La intención de Swift siempre fue ridiculizar al gobierno francés e inglés, demostrando que un lider político que no escucha las intenciones del pueblo no puede dirigir un país.
En las novelas, Gulliver era una suerte de periodista que entre personas diminutas y gigantes, enseñaba y aprendía sobre el funcionamiento de diversos gobierno, a la vez que ayudaba a crear la paz entre los mismos y sus enemigos. Obra inteligente, pacificadora, de claras intenciones republicanas.
¿Cuánto quedó de eso en esta adaptación de Rob Letterman (que proviene de la animación con Monstruos Vs Aliens, El Espantatiburones) con guión Joe Stillman (las primeras Shrek, Planeta 51) y uno de nuevos “genios” de la comedia estadounidense, Nicholas Stoller (director de Cómo Sobrevivir a mi Ex y Como Sobrevivir a un Rockero, editadas lamentablemente director en DVD)?
Poco y nada. ¿Por qué? Porque la monarquía del sistema de estudios, ve en la novela de Swift un vehículo para atraer al público, mediante el uso de efectos especiales, el 3D… y especialmente Jack Black. Cualquier atisbo de subordinación o trangresión que permita al público reflexionar sobre el funcionamiento de los políticos hoy en día debe erradicado o sino exhibido de manera tan obvia y banal que termine pasando inadvertido. ¡Sí, la monarquía sigue teniendo influencia en el mundo!
¿Entonces sino se trata de una crítica socio política de que trata esta adaptación Gulliver? Del sueño americano, obviamente: si superas tu fallas y tenes confianza en vos mismo, te convertirás en un “gigante”, metafóricamente hablando, conseguirás a la chica de tus fantasías y ascenderás en tu trabajo… y todos felices para siempre.
Honestamente pienso, que Gulliver podría ser llevada con más originalidad a los tiempos que corren, incluso con Jack Black, que de vez en cuando, (como demostró en Margot en la Boda, por ejemplo) puede sorprender con un rango dramático diferente a lo que estamos acostumbrados a ver de él. No tengo absolutamente nada en su contra. Me parece un comediante nato, el descendiente natural de John Belushi, con toda su desenfreno y expresividad gestual. Pero también, Black ha quedado encasillado. El personaje de Escuela del Rock, por un lado lo ha puesto en un trono de honor dentro de la comedia, pero también no lo deja avanzar actoralmente. Y esta vez, ni siquiera hay pequeñas variantes en su comportamiento (casos El Descanso, King Kong e incluso la decepcionante Año Uno), directamente Dewey Finn vuelve a la pantalla: este especie de adicto al rock, que vive decepcioando de su estado físico y que utiliza el humor para contrarrestar su vagancia y falta de autoestima.
Su meta es conseguir la chica, no la paz nacional. Encallado en Liliput, es amarrado por este pueblo en miniatura y los protege de una posible guerra. En agradecimiento, le proporcionan todos los lujos posibles: incluido su propia Madison Square Garden donde Gulliver aparece en variantes de afiches de Broadway y de tanques hollywoodenses (de la Fox, claro) como Wolverine, Avatar, Titanic, etc. Pero dentro del guión, también Gulliver juega una suerte de Cyrano de Bergerac, cuando tiene que dar las claves a un campesino que lo ayuda con sus “batallas” a conquistar a la princesa de Liliput. Por lo tanto, esto debería ayudarlo a conquistar a su propia amada, Darcy, que se ha quedado en Manhattan.
El guión de Stillman / Stoller, no solamente apela a todos los lugares comunes y clisés estructurales de los peores films industriales, sino que además carece humor ingenioso, apelando a chistes escatológicos tan vistos que carecen de gracia. La obra de Letterman apunta sin duda al público infantil (de ahí que se estrene doblada al castellano), pero se toma al niño como ingenuo e ignorante con una trama insulsa, personajes poco creíbles y números musicales que dan vergüenza (y encima doblados, mucho peor). De hecho el doblaje es uno de los puntos más flojos. Como en la trama se satiriza al lenguaje protocolar de los siglo XVII y XVIII, muchos términos en realidad son imcomprensibles para el oído argentino porque fueron traducidos al mexicano.
Si bien, hay algunos momentos simpáticos (las representaciones en teatro de escenas de Titanic o La Guerra de las Galaxias, así como un imitación a Kiss), el resto de la películas es obvia, absurda (en el mal sentido), previsible, inverosimil (en el sentido no fantasioso) e incoherente narrativamente. Tiene un discurso tan directo que al finalizar, deja con una sensación de vacío angustiante. Algunos buenos comediantes y actores secundarios como Jason Segel (aburrido), Emily Blunt (parodiando a la Reina Victoria, pero sin encontrarle la vuelta al personaje: ¿es estúpida o se hace?), Amanda Peet (lejos, muy lejos de su mejores interpretaciones) y principalmente Billy Connolly (excelente actor británico que se deja humillar de esta manera es muy triste) están desaprovechados, tanto su talento como sus personajes. El mejor, en este sentido es el desconocido Chris O Dowd, que en el rol del villano, se pone la película sobre los hombros. Este muchacho tiene futuro, y en su austeridad logra una interpretación aceptable. Black provoca alguna que otra risa, pero su humor ya carece de sorpresa.
Es una lastima que hayan desaprovechado una historia tan rica en una obra tan superficial, donde ni el protagonista, los efectos especiales o el 3D, que debían ser lo más destacable, tampoco resultan admirables. Esta adaptación de Gulliver, se centra demasiado en la primera parte del libro, y es una lástima que apenas le otorgue 5 minutos (o menos) a toda la segunda en la que el protagonista viaja a tierra de gigantes.
Si quieren ver realmente de que trataba Los Viajes de Gulliver, recomiendo una mini serie canadiense que también puede ver toda la familia pero que no descuida el aspecto político de la obra original, es entretenida y los efectos especiales, son exactamente iguales, a pesar de haber sido filmada hace más de diez años (1996). Tiene el mismo nombre, se encuentra en DVD y la protagonizan Ted Danson, Mary Steenburguer y Edward Fox.
A comparación de estos nombres, Jack Black se queda chiquito.