Como una travesía musical y espiritual que encierra toda la mitología y las tradiciones autóctonas colombianas se podría definir Los viajes del viento, ambicioso segundo film de Ciro Guerra. Alemania, Holanda y Argentina participaron de esta coproducción que cuenta el último trayecto de un legendario acordeonista y cantor que ha decidido dejar de tocar, no sin antes cumplir con algunos mandatos. Ignacio Carrillo es el nombre de este popular juglar que tras años de recorrer poblados cargando con su acordeón, toma la decisión de hacer un largo viaje por la región norte de Colombia para devolverle el instrumento a su anciano maestro y así abandonar en paz su arte. Se plegará a su periplo un joven cuya ilusión en la vida es seguir sus pasos y llegar a ser acordeonista, con el que establece un vínculo paternal y de guía vivencial. Quizás el nulo espacio reservado para el humor y el excesivo metraje aumentan el peso de algunos subrayados acerca de la conducta del protagonista y ciertos momentos demasiado circunspectos o ceremoniosos. Rodada en cinemascope, Los viajes del viento logra captar gracias a este mítico formato visual la magnitud de un paisaje muy bien registrado. Lo que, sumado a sus indudables valores, vuelve recomendable ver este film –perteneciente a un cine poco divulgado en nuestro país-, en las salas.