Los viejitos se divierten
Hay películas que se anuncian en sus títulos, otras que lo hacen en sus escuetas sinopsis y, finalmente, están aquellas que lo hacen desde su director. Asociado a Emma Thompson por segunda vez, Joel Hopkins parece encasillado en películas tranquilizadoras para gente de edad avanzada, ya sea en su variante romántica o cómica. Son películas que no suelen tener ningún riesgo narrativo, estético o actoral, y que devienen en grandes enseñanzas desde frases vacías con la habitual fotografía amarillenta que ilumina a sus personajes. También se trata de películas que depositan gran peso de su atractivo no sólo en la figura de Thompson (al igual que en la olvidable Nunca es tarde para enamorarse), sino también en un reparto estelar que se encuentra en papeles “medidos”, “amables”. Habitualmente, y esta no es una excepción, se trata de gente solitaria que, a raíz de una circunstancia doméstica o extraordinaria, se ve en la tarea de “enfrentar su pasado”. Bueno, todo eso es Love punch, que además de a Thompson tiene a Pierce Brosnan y Timothy Spall figurando en este extenso cartel de una hora y media.
Pero este telefilm, que está bastante lejos de las mejores cualidades del cine, que imprime a sus secuencias de banda sonora en cada uno de sus rincones, que prácticamente no tiene búsquedas en sus planos, que atora de diálogos cada secuencia del guión y que confía groseramente en la cámara lenta o la cámara rápida para pretender hacer un gag fallido, tiene además la dudosa propiedad de que resulta bastante desprolijo. A diferencia de Nunca es tarde para enamorarse, el relato nunca resulta uniforme y termina disgregándose en personajes que toman decisiones arbitrarias sin motivo alguno. Por otro lado, la cuestión forzada que dispara la hazaña que pretenden realizar la pareja de Richard (Brosnan) y Kate (Thompson) resulta en situaciones cada vez más absurdas que, si se pretenden leerlas desde el humor carecen de gracia, mientras que si se les busca otro sentido o función resultan inexplicables. Inmediatamente se recuerda una secuencia en la playa de un juego de vóley, una en parapente, una de buceo; todas y cada una parecen destinadas a explotar el ridículo de ver a actores entrados en años haciendo cada una de estas cosas.
Poco interesante, irrelevante desde lo cinematográfico y de una dimensión televisiva que se desliza en cada minuto, Love punch es una película olvidable y anecdótica con actores divirtiéndose en papeles que nunca terminan de creerse.