Hay otra realidad que no se deja ver
“No debes negar la realidad que no puedes explicar”. Lo dice un personaje, pero le cabe a más de uno con poder. El que habla es un científico con problemas de presupuesto que confronta con un par de colegas que se dedica a desenmascarar mentalistas magos, curanderos y cuánto personaje desafíe los límites de lo racional. Desde allí el filme comienza un largo batallar entre la fe y la razón, el positivismo y el relativismo, lo normal y lo paranormal, los misterios y los misteriosos. Y atrapa ese juego de cajas chinas y suspenso. Este par de científicos descreído desbarata mucho adivino trucho, pero hay algo que no los deja estar tranquilos del todo, un más allá que cada tanto da señales que la realidad no se agota en la razón y que hay una zona donde lo inexplicable se abre paso. La lucha crece cuando regresa a los escenarios un parapsicólogo que dobla cucharas, cura enfermos, juega con la telepatía y desafía a los científicos. Un tema interesante, bien manejado, con un impecable tratamiento visual que tiene más de un logro a la hora de plantear el asunto. Pero de a poco el suspenso va dejando lugar al thriller, los personajes se desatan y todo empieza a caer a partir de una rebuscada pelea en un baño. El desenlace, insólito y grotesco, sólo sirve para que el director firme la paz entre estos dos polos opuestos. Y para que confirmemos que hay otra realidad más allá de lo que nos cuentan