Un gran despliegue actoral que no llega a brillar por las carencias estructurales de su guión
Siempre es interesante ver si el espiritismo es algo que se puede palpar o es la elaborada tramoya de un sequito de habilidosos intérpretes. También es interesante ver el debate que hay entre los que creen, los que no, y por supuesto aquellos que creen lo que quieren creer. Pero los debates consisten en la confrontación de dos puntos de vista en oposición sobre un tema concreto. La película que nos compete tiene muchos puntos de vista en oposición, pero da muchas vueltas para establecer un tema concreto.
¿Cómo está en el papel?
El genial Billy Wilder (el maestro siempre presente) dijo una vez que si el tercer acto tiene un problema, el verdadero problema está en el primero. Este dicho del gran maestro es fundamental para entender por qué para mí el guión de esta peli hace agua.
El guión tiene serios problemas de establecimiento de los elementos argumentales y temáticos. ¿Es una historia sobre contactar los espíritus o sobre la verdad y la mentira detrás de las habilidades extrasensoriales? La película se gasta la mitad del metraje en esta indecisión y uno siente que pasado ese tiempo, recién ahí ya lo tiene claro, pero la ensalada el espectador ya se la hizo.
Párrafo aparte, las motivaciones de los personajes para ser investigadores de lo paranormal están excesivamente dialogadas cuando se hubieran podido explicar mejor desde el subtexto.
No conformes con decidir en el momento equivocado a dónde querían ir, meten una vuelta de tuerca en el tercer acto con un enorme calzador. Esto si bien explica ciertas cosas, no lo hace con otras. Dicho final apunta a sorprender y nos debería conectar con el centro emocional de la película. ¿Pero por qué no funciona? Por no tener claro en su primer acto cuál era ese centro emocional, y cuando se quisieron acordar era tarde. Lástima, porque con un armado más claro, detallado y sin tanto rebusque, el final elegido hubiera sido poderoso, y sin embargo es uno de tantos “finales sorpresa” que de sorpresa sólo tiene el nombre.
En fin, al guión le sobran elementos y no quiere sacar eso que sobra, pero lo que sí tiene en su justo lugar es una ensalada que ninguna explicación, racional o irracional, visual o dialogada, va a bastar para resarcir lo que es una estructura mal organizada.
¿Cómo está en la pantalla?
En el apartado actoral, destacan los protagonistas Cillian Murphy y por supuesto la señora Sigourney Weaver (Ripley para los amigos). Aunque sorprenden desempeñando su oficio ––sobre todo Murphy que deberían darle más protagónicos como este, eso sí con guiones mejor armados––, sus logros no terminan por salvar a la película de la zozobra. El legendario Robert DeNiro esta desaprovechado en un rol que no representa ningún desafío y que pudo haberlo hecho cualquier actor de televisión en vez de un grosso de su altura.
Obviamente querrán saber cuáles son mis dos centavos sobre la interpretación de Leonardo Sbaraglia, ya que a pesar de que tiene una breve participación, es anunciado en el cartel como si fuera un intérprete principal. Él es para mí uno de los grandes actores argentinos; a partir de Plata Quemada (a mi entender uno de sus mejores papeles) no hizo más que escalar para arriba con roles complejos y desarrollados. Pero en esta, su primera intervención en una película americana (o debería decir semi-intervención porque hay muchos capitales españoles), lamentablemente sobreactúa. Van a decir que es por su manera de habla el inglés, pero esto va más allá del idioma; su breve rol de predicador chanta lo exige. Esto no es un derrape de Sbaraglia, es el director que no supo medir la energía que despedía el actor en cada toma. Un director está obligado a velar por esa justa medida cada vez que se dirige a un actor y siento que aquí eso se descuidó, trayendo como consecuencia una performance débil de un actor que ha probado, y seguido, que no lo es para nada.
El apartado técnico se distingue por el uso de claves bajas, abundantes usos de sombras y una paleta de colores intensos. El sonido es utilizado meramente para subrayar momentos de terror que no van más allá de un simple sobresalto.
Conclusión
Una película que, aunque pasa rápido, tiene serios problemas de estructura. Ni su excelente reparto con el que disponía pudo salvarla de ser un confuso y forzado despliegue.