Al cine argentino suele achacársele un exceso de minimalismo y falta de ambición. El director, escritor y guionista Gonzalo Calzada intenta ir a contramano con La trinidad de las vírgenes, una saga de tono fantástico centrada en las historias de tres jóvenes vírgenes víctimas de una posesión. Luciferina es la primera entrega, y luego vendrán Inmaculada y Gótica.
El film sigue a Natalia (Sofía del Tuffo), una joven de 19 años con un particular don que le permite ver el aura de las personas. Su reclusión en un convento se interrumpe a raíz de la muerte de su madre. Con la idea de encontrar alguna pista sobre la verdad, junto a su hermana (Malena Sánchez), su pareja y algunos amigos emprenden un viaje a una isla de Tigre.
Una vez allí, el grupo iniciará otro viaje, en este caso metafísico, espiritual, a través de la ayahuasca, desatando así una serie de revelaciones, giros y situaciones que ponen en evidencia los orígenes del secreto familiar.
Impecable en sus efectos especiales y ambientación, Luciferina se inscribe en el terror religioso imaginando un enfrentamiento entre el Bien y el Mal sin subrayarlo y cambiando declamación por un deseo manifestado en una tensión sexual constante. Más allá de algunos excesos en su último tercio, cuando aparecen las habituales vueltas de tuerca del género, Luciferina es un digno exponente del cine de sustos y gritos argentos.