Las vírgenes poseídas.
Luciferina es la primera de tres películas de terror que conformarán La Trinidad de las Vírgenes, una saga de tono fantástico escrita por Gonzalo Calzada que narra las historias de tres jóvenes vírgenes que, en la misma noche y en extremos opuestos de la ciudad de Buenos Aires, son víctimas de un estado de posesión.
Natalia es una joven de 19 años que tiene el extraño don de poder ver el tipo de aura que tiene la gente, una especie de luminiscencia que se manifiesta en el contorno de las personas. Esto la lleva a desarrollar un carácter introvertido y a vivir recluida como aspirante a novicia en un convento. El suicidio de su madre la obligará a salir de su lugar de confort y aislamiento para enfrentar un secreto que su familia oculta sobre su pasado y sobre el origen de este raro poder. Buscando averiguar la verdad emprenderá junto a su hermana y un grupo de amigos un viaje iniciático a una isla del Tigre donde participará de una experiencia con una bebida sagrada conocida como ayahuasca. Solo a través de esa experiencia logrará conectarse con su propia luz y realizar el ritual para librarse de la posesión que la tiene atrapada desde su nacimiento.
Con una estética muy cuidada y recursos técnicos que nada tienen que envidiarles a las grandes producciones del género a las que estamos acostumbrados, Luciferina hace un muy buen trabajo en la construcción de sus personajes, con obvio énfasis en Natalia pero también en los que conformarán ese grupo de amigos que viajará al Tigre, para ir, lentamente al principio y más intensamente al final, incluyendo los elementos sobrenaturales que hacen a la historia. La simpleza en su introducción sumada a la inclusión del elemento de los alucinógenos que consumen los personajes (algo que fue noticia hace unos años) ayudan a darle a esa parte fantástica el grado de seriedad y verosimilitud suficiente como para explotar su significado, este sí para nada simple sino muy complejo.
En términos de género, la película también cumple con su objetivo de prepararnos para los momentos de mayor terror en favor del impacto que estos ya tienen de por sí, las ambientaciones son las clásicas de un film de horror, los enredos entre los personajes y lo que representa cada uno es otro factor que ayuda a la trama general a partir de actuaciones protagónicas acorde al desafío de la historia y la puerta abierta que deja esta primera entrega de La Trinidad de las Vírgenes se suma al suspenso generalizado que la idea integral de Gonzalo Calzada viene a proponer en sus tres partes.
Luciferina es una prueba más de que el cine argentino de terror no solo es posible sino que está en condiciones de competir con los gigantes extranjeros en un plano de igualdad técnica, dramática y narrativa.