El jueves pasado llegó a las salas Luciferina de Gonzalo Calzada, una nueva cinta de terror argentino, un género que tiene muchos seguidores en nuestro país y que ahora aborda el tema de las posesiones demoníacas y los rituales paganos.
Natalia es una joven que tiene el don de percibir el aura de las personas, ésto la mantuvo alejada de la gente y recluida en un convento. Tras el suicidio de su madre, ella debe enfrentar el verdadero pasado que dio origen a su poder. Junto a su hermana y un grupo de amigos inician un viaje al Tigre donde participan en un ritual para revelar el misterio.
Calzada inicia lo que será una trilogía denominada La trinidad de las vírgenes, con tres jóvenes como protagonistas que sufren diversas posesiones. El tema no es común en el cine argentino, que explota más el género clase B de slashers y asesinos seriales.
Aprovecha el entorno del Tigre para encerrar a sus personajes y aislarlos de la civilización. Las ruinas y lugares abandonados funcionan para ejercer el susto buscado. También aporta lo suyo el trabajo sonoro y estético de los efectos especiales.
Mientras que los personajes están bien definidos y, salvo por algunos, la mayoría tienen las funciones clásicas de los estereotipos del género de terror. Lo que le juega en contra es tratar de explicar con muchos diálogos y flashbacks el universo que está creando, especialmente cuando el terror se deja de lado para dar lugar a una contienda entre el bien y el mal.