SIN DIAMANTES
El feminismo se ha convertido en el gran movimiento de estos últimos años. La lucha de las mujeres por la igualdad de derechos ha llegado con tal fuerza que golpea la sociedad en sus cimientos más profundos en la búsqueda de un cambio de paradigma. Este hecho ha provocado que en los diferentes medios de comunicación el tema comenzara a tratarse y el cine no está ajeno a ello. Y precisamente el largometraje local Lucy en el infierno se inmiscuye en esta temática presentando a Horacio, un empresario extremadamente misógino y machista, que acuerda una cita a ciegas con Olga, una mujer embarazada. El le propone pasar un día al aire libre, alejados de la ciudad, y ella acepta. Sin embargo, una vez allí, Horacio es noqueado y secuestrado por Olga, quien le confiesa sus verdaderas intenciones: someterlo a un singular experimento para lograr un cambio integral en él.
Intentando un registro de comedia negra, la película va buceando entre el delirio y el horror pero de una manera confusa y desprolija. El intento de apuntar a lo delirante resulta caótico, sin un uso correcto las herramientas discursivas que dispone. Que algo sea delirante no significa que no deba tener una coherencia dentro de esa locura, por lo que la película falla en su premisa. Además, en varios tramos Lucy en el infierno tiene lagunas pronunciadas que la convierten más en un drama existencial que en una comedia irónica y oscura. Estos pasajes, además, la vuelven muy teatral, donde los parlamentos y las situaciones parecen teatro filmado más que un guión cinematográfico.
Siguiendo este mismo (des)orden, las actuaciones nunca logran salir de la exageración e impostación, resultando agobiantes para el espectador. Ni la presencia en pantalla que transmite Romina Richi puede cambiar esta sensación de desborde constante. En definitiva, Lucy en el infierno es un intento por hablar de feminismo desde un punto exacerbado y demencial que resulta fallido, porque nunca logra concretar nada de lo que propone. La película termina siendo una producción caótica que más allá de su bajo presupuesto, erra en su premisa básica que es la historia, para la cual no se necesita dinero, sólo una buena idea.