Ernesto Aguilar vuelve al cine con una arriesgada y extrema puesta en escena de algunas fantasías que circundan al feminismo y sus derivados más acérrimos o poco ortodoxos.
En la historia de un hombre que ve cómo su futuro se coarta a partir de la transformación de su cuerpo, hay un relato diferente que quiere imponerse. Lamentablemente la producción pierde fuerza por su complicada y austera puesta y algunas decisiones de dirección no menos objetables.