Scarlett Johansson ha pasado por un variopinto de personajes durante este 2014, primero aportando su disfonica voz para humanizar al encantador Sistema Operativo del que se enamoraba Joaquin Phoenix en HER de Spike Jonze. Prácticamente fue la co-protagonista de Chris Evans en Capitán América y el Soldado de Invierno, en tanto que recientemente en Under the Skin de Jonathan Glazer fue una sensual alienígena, presurosa por desatar su libido ante la raza humana. En el caso de LUCY , Scarlett Johansson , va por el camino inverso, ya que en esta oportunidad compone a un personaje al que la humanidad se le escapa, adquiriendo minuto a minuto una mayor capacidad cerebral que la encamina hacia una inexorable “transhumanidad”, quedando desprovista de cualquier rasgo emocional.
Luc Besson, autor de obras maestras como Nikita y The Professional/El perfecto asesino, viene ejerciendo a través de los años un cine que pone de manifiesto poder de la figura femenina, que esto no se interprete como un discurso demagogo, sino que resulta el común denominador de personajes como Juana de Arco, Nikita, Matilda y Leeloo, capaces de sobreponerse ante la adversidad, para redescubrirse extasiadas en superar límites propios o impuestos.
Lucy ( Scarlett Johansson ) es una joven ingenua, forzada a toparse con un grupo de mafiosos, que la forzaran a ser una suerte de “camello” para el transporte de una droga sintética experimental que revolucionara el mercado. Sera entonces que un accidente con la mencionada sustancia prototipo, hará que los químicos tomen contacto con el organismo de Lucy, desarrollando la totalidad de su capacidad cerebral, pudiendo controlar absolutamente todo a su alrededor.
Lucy es una historia de venganza, su protagonista no es motivada por el altruismo de pretender librar al mundo del tráfico de drogas, o de las mafias internacionales, simplemente ejerce una venganza por razones puramente personales.
Besson se permite un mínimo espacio en la primera escena de la película para ejercitar la sutileza, mediante un “montaje ideológico” que trabaja como subtexto de una mujer todavía frágil (Lucy), aplicando imágenes de un ciervo que esta a punto de caer como presa de de una manada de leones, referencias simples y directas que refuerzan esta alegoría, enfatizando la entrada del personaje a un escenario dominado por sus enemigos.
Lucy es la promesa implícita en toda película de Besson, un subidón de adrenalina, del que jamás hubiésemos imaginado que nos depararía un relato tamizado por una mixtura de filosofía pseudo- existencialista y cultura Pop , que actúa en favor del entretenimiento y transita exento de imposturas pretensiosas, como el simple ejercicio de etilo narrativo y visual de una apuesta artística sorpresiva y por demás vertiginosa.
Lucy es una película sin pretensión alguna, pero absolutamente delirante, que se pasea cómodamente entre el genero de acción y la ciencia ficción.