Lucy

Crítica de Rodolfo Weisskirch - Loco x el Cine

El próximo paso de la evolución

Hace 15 años atrás Luc Besson, había declarado que se retiraba del cine. El niño que revolucionó el cine comercial francés con su mirada épica y fantasiosa, grandilocuente, pretenciosa, pero a la vez con verdaderas herramientas artísticas, quería pasar el resto de sus días escribiendo libros infantiles. Para algunos fue un alivio, para otros fue una noticia triste. Besson había arrancado su carrera con un interesante thriller que mezclaba acción, suspenso y humor llamado Subway. Christopher Lambert en su cumbre artística corría por las calles de París, y de manera frenética y adrenalínica, Besson empezaba a imponerle otro ritmo al cine francés. Sin embargo, su segunda obra, fue más profunda. Un drama sobre un hombre que ama el mar y los delfines, Azul Profundo. Le siguieron Nikita, El Perfecto Asesino – película que le dio fama internacional a Jean Reno - y El Quinto Elemento. Todos grandes éxitos comerciales. Besson era un director que no temía llevar a Francia a estrellas de Hollywood como Roxana Arquette y Bruce Willis o viceversa, poner en Nueva York a su asesino favorito. Fue el descubridor de una joven Natalie Portman e incluso le dio la oportunidad a Milla Jovovitch de calzarse el traje de Juana de Arco.

A la hora de su retiro, Besson tenía seguidores y retractores, pero pese a todo era respetado. Sin embargo, el descanso duró poco y no pudo dejar pasar la tentación de llevar a la pantalla grande las adaptaciones animadas de sus cuentos Arthur y los Minimoys. Fue un regreso con sabor a poco que estuvo acompañado de Ángel A, film romántico y de acción en blanco y negro, que si bien se dejaba ver, fue destruido por la crítica internacional. Y mientras sus producciones y guiones de films meramente de acción como la saga de Taxi, Búsqueda Implacable, El Transportador, sumado a un par de obras de artes marciales con Jet Li, cosechaban millones en todo el mundo, sus propias películas eran fracasos rotundos. Incluso la adaptación de Las Aventuras de Adele Blanc-Sec, mítico personaje de la literatura joven francés que ni siquiera pasó por las pantallas argentinas. Poca repercusión tuvieron obras más pretenciosas dirigidas a un público más adulta como La Fuerza del Amor – la historia real de Aung San Suu Kyi, líder de Burma – o Familia Peligrosa – otra sátira mafiosa con Robert De Niro.

Y así llegamos a Lucy, que sin lugar a dudas, es la película con la que Besson logra combinar lo mejor – y lo peor – de su filmografía.

La protagonista de esta historia es una chica a la que Besson desea presentar como la típica rubia tonta estadounidense que viaja a Taiwan acompañada por un amante, sin entender demasiado porque lo acompaña. El chico está parado frente a un hotel 5 estrellas y le pedi a su novia de turno que le lleve el maletín a un magnate coreano. De pronto empiezan los tiros y Lucy es obligada de la noche a la mañana a ser una mula de una droga en forma de piedras azules. Tras una pelea con uno de sus guardias, la droga se esparce por el cuerpo de Lucy, posibilitando que las neuronas de la pobre niña se multipliquen y que en menos de 48 horas, pase de usar el 10% (o menos) de su cerebro, a usar el 100%, convirtiéndose en una especie de diosa capaz de controlar la gravedad, el tiempo, el espacio.

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Mientras la protagonista sigue su proceso de evolución solo piensa en vengarse del millonario que la obligó a meterse en esta aventura y poder transmitir el conocimiento que va adquiriendo al resto del mundo a través de la figura de un catedrático universitario, que explica a la audiencia lo que podría suceder si los hombres usáramos el 100% de nuestras capacidades.

Parece que Besson se la pasó un año entero viendo Discovery Channel y analizando revistas sobre ciencia, medicina y evolución. De todo eso, sacó de su cráneo este delirante guión con teorías científicas que no parecen demasiado inverosímiles en el contexto del film. Aplicó una buena dosis de acción de su factoría – las persecuciones por China y Paris parecen plagiadas de El Transportador o Taxi – y agregó a Scarlett Johansson.

Y aquí vale la pena detener el tiempo un minuto. La viuda negra de Los Vengadores es el tesoro del film. Así como lo fue Milla Jovovich, Natalie Portman o Anne Parillaud, la Lucy de Scarlett es la típica heroína que se lleva a todos los matones por delante. Las heroínas de Besson se van endureciendo durante el transcurso de sus films, perfeccionando sus destrezas físicas y evolucionando a nivel intelectual (también se puede ver esto en Ángel A o La Fuerza del Amor). Scarlet interpreta a Lucy con sensibilidad, sensualidad y soberbia. La acompaña Morgan Freeman, nuevamente como la voz de la razón y la representación científica – repitiendo el estereotipo que interpretó en la saga de Batman o Trascendence – y Ming-sik Choi – el actor de Oldboy – como el villano de turno.

Besson sabe entretener, sabe narrar, sabe divertir. Los efectos especiales están a la orden del día y el film se aprecia mejor en pantalla Imax, dado que en los últimos 20 minutos, el director decide que la protagonista viaje a través del tiempo y el espacio, se reencuentre con sus ancestros y así emular al mismísimo Stanley Kubrick de 2001, odisea del espacio o el Terrence Malick de El Árbol de la Vida. Acaso un thriller con toques de ciencia ficción convertido en un relato existencial sobre los orígenes del hombre, la Tierra y la evolución celular. Sí, todo eso es Lucy, y a pesar de todo, nos reencontramos con un Luc Besson, nuevamente en la cúspide de su creatividad.