Raro es el caso de este thriller basado en una novela de la popular Gillian Flynn, la autora de PERDIDA, que con un muy buen elenco y tras el éxito de aquel filme de David Fincher, se ha estrenado con muy bajo perfil en Europa, y en los Estados Unidos se exhibe via DirecTV sin previo paso por los cines (que, se estima, lo tendrá en unas semanas). Es cierto que está lejos de ser una obra maestra o de alcanzar el nivel de su predecesora, pero no es una película del todo impresentable. Es apenas un thriller oscuro sobre una mujer que no puede superar el asesinato de su madre y parte de su familia, cuando ella era chica, a manos de su hermano adolescente, hoy todavía en la cárcel. Libby (Charlize Theron) ha vivido “usando” esa tragedia mediáticamente para sobrevivir y cuando es convocada por un grupo de freaks de casos policiales, ella va solo para cobrar un dinero pero termina siendo convencida allí de que tal vez las cosas no sucedieron como siempre ella creyó. El planteo es atractivo pero el desarrollo posterior y la resolución no lo son tanto, especialmente por la excesiva cantidad de flashbacks (de punto de vista incierto) que interrumpen una y otra vez la narración. De todos modos, el planteo inicial y un buen elenco que incluye, además de la siempre sólida Theron, a Chloë Grace Moretz, Christina (“Joan” de MAD MEN) Hendricks, Drea (SOPRANOS) de Matteo, Tye Sheridan, Corey Stoll y Nicholas Hoult, entre otros, le da cierto interés pese a una duración demasiado extensa.