Cabos sueltos.
Como espectadores estamos acostumbrados a detectar manierismos narrativos que condicionan las adaptaciones literarias abocadas al misterio. Sabemos que prevalece un retenimiento prolongado de conspiraciones mientras los protagonistas desarrollan perfiles dramáticos con desenlaces generalmente previsibles. Suponíamos que Lugares Oscuros podría desafiar esta conducta teniendo en cuenta las variables sociales que conducen el imaginario de su autora Gillian Flynn, pero el realizador francés Gilles Paquet-Brenner prefiere responder a un mecanismo pasatista que no altere los factores predeterminados.
Libby Day (la siempre eficiente Charlize Theron) es famosa por haber sobrevivido a una masacre en la que fueron asesinadas su madre Patty (la voluptuosa Christina Hendricks) y sus dos hermanas. La justicia termina condenando a su hermano mayor Ben (el destapado Tye Sheridan) como responsable de los crímenes, por su participación en rituales satánicos junto a su pareja Diondra (una maléfica Chloë Grace Moretz). Veinticinco años después, Libby es una desocupada que sobrevive con donaciones hasta que sus problemas económicos la obligan a aceptar el financiamiento del Kill Club, integrado por un grupo de personas que dedican sus tiempos libres a resolver casos famosos y que consideran a Ben inocente.
Mediante relatos paralelos entre pasado y presente, notamos un esclarecimiento convincente de los supuestos, pero ante este procedimiento desvarían las interpretaciones (Theron pierde todo protagonismo en la segunda instancia del relato para dar lugar a una Hendricks sobresaliente). Paulatinamente notamos cómo la responsabilidad de Paquet-Brenner desatiende el entramado de situaciones reguladas por las emociones y los intereses (eso que David Fincher pudo vislumbrar previamente en Perdida, la primera adaptación basada en una novela de Flynn), para sólo interesarse por acomodar los interrogantes de un desenlace bastante rebuscado.
Lugares Oscuros desentona porque antepone la resolución del misterio y descuida la vulnerabilidad de sus personajes. Aunque este resultado consigue transmitir un trabajo tradicional, también termina desaprovechando los recursos atractivos de la historia (la sociedad secreta de investigadores aficionados y el revuelo mediático por las influencias satánicas). Seguramente Lugares Oscuros permita que Paquet-Brenner ingrese al mercado norteamericano para cubrir encargos que respondan a tratamientos meramente comerciales, pero hubiéramos preferido una maniobra interesante.