Mi pasado me condena
La escritora norteamericana Gillian Flynn adquirió fama en el mundo del cine gracias a la adaptación de su tercer libro, Gone Girl / Perdida, realizada el año pasado por David Fincher. Ahora su nombre vuelve a sonar por el estreno de Lugares oscuros, basada en este caso en su segundo trabajo, que salta a la pantalla grande convertido en un thriller tan convencional como eficaz.
La protagonista es Libby Day (Charlize Theron, hermosa aunque se empeñe en afearse), sobreviviente de una masacre en la que asesinaron a su madre y dos hermanas, que hasta el presente vivió gracias a donaciones de terceros. Pero el dinero se está acabando, y la propuesta del líder de un particular grupo de fanáticos de los casos policiales de recordar para ellos los pormenores del suceso a cambio de unos billetes es por demás tentadora. Libby partirá rumbo al reencuentro con aquel pasado visitando a su hermano (Corey Stoll), preso a raíz del crimen, quien de repente se declara inocente, obligándola a escarbar aún más profundo en los sucesos de aquella fatídica noche.
El director y guionista Gilles Paquet-Brenner construye con paciencia un relato que alterna entre el presente y el pasado, mostrando en este último una serie de escenarios sureños dignos de la primera temporada de True Detective y poblado por personajes con un estado de alteración solapado pero latente, todos ellos atribulados por sus situaciones personales: la madre (Christina Hendricks, la Joan de Mad Men) libra una batalla diaria para mantener a su familia mientras se ahoga en deudas, el hermano es acusado de abuso sexual en el colegio y su noviecita embarazada (Chloë Grace Moretz) coquetea con el satanismo.
No hace falta haber visto demasiados films de este estilo para presuponer que más pronto que tarde ambos relatos confluirán en el develamiento del misterio inicial. Thriller que oscila entre la sordidez y el policial más clásico, Lugares oscuros resulta amena, noble y atrapante. Si el resultado final no es del todo convincente se debe a ciertos subrayados en los paralelismos temporales, además de una serie de casualidades demasiado forzadas.