Teniendo en su haber tan sólo tres novelas de suspenso, Gillian Flynn se ha convertido en un bien valioso para Hollywood. En 2014 pudimos ver la gloria de película que fue Gone Girl, que ella misma se encargó de adaptar al guión desde su novela, y ahora mismo su ópera prima Sharp Objects está siendo serializada para la televisión. Entre medio se encuentra Dark Places, una historia de misterio, horror y muerte que le hace honor a la mente retorcida de Flynn y permite al espectador un viaje hacia la vida de una de las familias con mayor mala suerte del mundo, o al menos que se hayan visto en pantalla grande en unos cuantos años.
Tras la atroz masacre de su familia, Libby Day ha quedado destrozada para siempre. Una mujer que perdió la brújula de su vida, vive a costa de la caridad de otras personas, ya que nunca se vio a si misma teniendo un futuro próspero. Libby es dejada, sucia, malhablada, muy desconfiada, es cleptómana y acumuladora. En definitiva, es un despojo de humanidad completo. Ese doloroso capítulo de su vida nunca pudo ser cerrado del todo, y ahora que un club de fanáticos de crímenes reales le da la oportunidad de ir a ese lugar oscuro que puebla su mente, Libby acepta a regañadientes porque necesita el dinero, no porque quiera resolver la incógnita más grande de su vida.
Todos los libros de Flynn están contados desde puntos de vista en primera persona, así que el transporte del libro a la pantalla grande se puede hacer dificultoso. Ella misma logró lo imposible con la brillante adaptación de Gone Girl, pero el director francés Gilles Paquet-Brenner no es precisamente Flynn, y se nota bastante en la adaptación que él mismo hizo del libro Dark Places. Excepto algunos toques técnicos y un par de decisiones estéticas, el film no tiene grandes momentos destacables por sí mismo, mas allá de seguir a rajatabla los giros y momentos del libro y cambiar quizás algún detalle u otro, aquí y allá. Es casi un trabajo por encargo, que vive a través de la prosa de la escritora y que no apunta a destacar y tener personalidad propia, como sí lo hizo la película de David Fincher. Es una comparación bastante odiosa, y lejos está de decir que el film de Paquet-Brenner es una mala película, sólo que no se destaca lo suficiente, y eso que material tenía de sobra.
La racha de Charlize Theron luego de su explosiva Furiosa en Mad Max: Fury Road ayuda bastante a Dark Places. Charlize no tiene miedo en tornarse en una persona con actitudes feas para interpretar a Libby, y el núcleo de Dark Places se favorece con su presencia. Hay un gran elenco a su alrededor que le da peso a cada pequeño papel, como la dulce y atribulada matriarca Day de Christina Hendricks o el simple pero inquisidor Lyle de Nicholas Hoult. Quizás la más damnificada sea Chloë Grace Moretz, a quien le sobra actitud para con su indomable Diondra, pero como personaje no tiene mucho sentido tal cual la describe la película.
Dark Places es un pequeño gran thriller, con una historia simple pero con varios giros de guión y vueltas de tuerca para satisfacer a la platea ansiosa de resolver un crimen antigüo. Nuevamente, el poder de la prosa de Gillian Flynn y la animosidad de Charlize Theron logran una combinación bastante oscura y atractiva.