Lugares repetidos
En uno de los varios brillantes momentos de Perdida, Tanner Bolt, un mediático abogado interpretado por Tyler Perry, le decía al personaje de Ben Affleck, en referencia a él y su esposa (Rosamund Pike), “ustedes son la gente más jodida que he conocido, y yo lidio con personas jodidas todo el tiempo”. En Lugares oscuros, que también está basada en una novela de Gillian Flynn, esa frase podría repetirse, pero sería dicha con un tono mucho más ceremonioso y melancólico, a diferencia de la divertida ironía y acidez con que era pronunciada por Bolt en la película de David Fincher.
Esta diferencia de tonos no sería necesariamente mala, pero en Lugares oscuros termina restando porque le quita todo potencial disruptivo. Hay indudablemente en el film escrito y dirigido por Gilles Paquet-Brenner elementos vinculantes con el universo de Perdida. Tenemos en primera instancia un relato que gira alrededor de un enigma y distintas superficies, contando la historia de Libby Day (Charlize Theron), quien a los siete años presenció la masacre de su familia en una empobrecida granja de Kansas, por la que fue condenado su hermano -en buena medida gracias a su testimonio-, y veinticinco años después acepta -por pedido (y pago) de un excéntrico grupo de detectives aficionados a los casos relevantes de homicidios- revisar el caso, revelando de una vez por todas las oscuras tramas que condujeron a la trágica noche donde cambió su vida. También un recorte temático, que habla de cómo las personas son capaces de sostener determinadas apariencias -para con los demás y para con uno mismo- a toda costa y de cómo determinadas instituciones, clases y relaciones de tipo social marcan a fuego a los individuos. Lo que pasa es que aquí desaparece lo satírico, la reflexión sobre los discursos mediáticos y la problematización acerca de la recepción del espectador. Lo que queda entonces es un relato de tintes sociológicos, similar al construido por el universo de Dennis Lehane en films como Río Místico y Desapareció una noche, que explora las barreras impuestas a las clases trabajadoras rurales, e incluso cómo sus integrantes desarrollan conductas que los auto-condenan.
Lugares oscuros es una película con una trama que va y viene entre el presente de la protagonista y ese pasado que la marcó violentamente, con un punto de vista que incluso la trasciende y se posa en las experiencias de otros personajes, y ahí va quedando claro que Paquet-Brenner no tiene las capacidades narrativas de Fincher, Eastwood o Affleck. Hay en el relato una evidente ambición formal y de contenido, que a medida que van transcurriendo los minutos se va desinflando, apostando en exceso a las capacidades interpretativas de Theron, el enigma de fondo sobre las razones y el ejecutante de la masacre, y una sordidez demasiado impostada.
El ritmo pausado de Lugares oscuros le termina jugando en contra, porque se le van notando las costuras en su estructura, lo cual reduce el impacto de sus revelaciones. A la vez, determinadas decisiones que toma hacia el final, que pretenden reflejar una transformación en los personajes, no dejan de ser tan obvias como concesivas. Así, queda condenada a una medianía inofensiva, alejada del potencial que evidenciaba al comienzo y exponiendo una mirada carente de originalidad sobre clases sociales en la América profunda. A veces, el medio tono no ayuda, y Lugares oscuros no posee el atrevimiento para romper los esquemas.