Bruno tiene un hijo adolescente, Damián. Enfrente de su casa hay una fábrica abandonada donde vive Cartucho, un obrero "ocupa". Bruno compra un auto usado y lo estaciona en el playón de la fábrica. Se ve obligado a darle una "propina" a Cartucho para que se lo cuide. La relación de los vecinos con el "ocupa" es de desconfianza. Sólo es defendido por Claudia, una vecina militante, y por Damián, quien tiene una relación cercana con él, que levanta sospechas de cierta intimidad. Una noche llega la policía para llevarse a Cartucho luego de defenderse del acoso de los vecinos. Damián toma partido frente a la mirada silenciosa de Bruno.