7 maleantes
En el comienzo de Perros de la calle (Reservoir Dogs, 1992) vemos a un puñado de malhechores sentados a una mesa dialogando sobre intrascendencias de la cultura popular norteamericana. En semejante escena queda instalado el universo de Quentin Tarantino, cuyo estilo visual es comparado con el de Luna de cigarras (2014), pero a la paraguaya, con un comienzo similar donde se habla de Caipiriña, Chipá y Tereré.
Tras el éxito arrollador que supuso 7 cajas (2012) en el cine latinoamericano, una suerte de renacer del cine realizado en Paraguay, inexistente en los libros de cine hasta ahora en tanto trascendencia mediática, era lógico que se realicen producciones similares al film de Juan Carlos Maneglia y Tana Schémbori. Luna de cigarras se parece en estructura pero se diferencia en contenido.
Historia de tramoyas, traiciones, engaños y desencuentros entre varios delincuentes de distinta envergadura. Por un lado tenemos al “yankee” (Nathan Hasse) que llega a Asunción para cerrar un trato con El Brasiguayo, un capo mafioso tan obeso como ostentoso. Gatillo, mano derecha del hombre de pelo largo y actitud de cowboy, busca estafar a su jefe. Otros personajes suburbanos aparecen en escena para “pintar” el panorama: La Caficha, El Chino, Funcionario Publico, Chipero, Malabarista, entre otros.
Al igual que 7 cajas, Luna de cigarras cuenta la historia de varios personajes al mismo tiempo que, montaje paralelo mediante, veremos representar la idiosincrasia paraguaya de modo grotesco a través de estereotipos. En esta película dirigida por Jorge de Bedoya tenemos un elenco con gran cantidad de actores paraguayos del momento en un clipero relato de gángster (de ahí la comparación con el director de Tiempos violentos) con mayor producción y menor crítica social. Participan de la película Nathan Haase, Víctor Sosa, Violeta Acuña, Nico García, Javier Enciso, Calolo Rodríguez, Andrea Quattrocchi, Héctor Silva, Ever Enciso, Beto Barsotti, Lali González, Sandra Flecha y muchos más.
La película no se olvida nunca de escenificar de forma paródica el costumbrismo paraguayo, desde donde impone su localismo. Sin embargo la historia abusa de los estereotipos, situaciones trilladas en exceso y la búsqueda de un humor no siempre inteligente. Si la virtud de 7 cajas era balancear bien estos elementos (tramas, personajes y crítica social), en Luna de cigarras su marca distintiva será la desmesura que le juega en contra.
Dicho esto es válida en cuanto producto comercial, con buen ritmo narrativo y recursos audiovisuales que demuestran gran despliegue técnico para una cinematografía en alza.