Nota importante antes de comenzar. Desde el lanzamiento de la notable “7 cajas” el cine proveniente de Paraguay está experimentando un crecimiento importante. Parece ser que el Ministerio de Cultura y los eventuales productores entendieron de una vez que el público (de cualquier país del mundo) puede ir a ver masivamente un producto de Hollywood, pero siempre va a responder de la misma manera frente a una realización local que habla, se viste, se mueve, y se enfoca en temas que lo refleja. Se podría decir que la realización de Juan Carlos Maneglia y Tana Schémboriha puede marcar un antes y un después si se capitaliza su éxito. Esto no quiere decir que todo lo que se haga de ahora en más serán obras maestras. En este sentido por calidad de dirección, tipo de registro, temática, género, y originalidad “Luna de cigarras” está lejos de “7 cajas”, pero sin dejar de intentar tener vida propia.
Flitner (Nathan Christopher Haase) llega a Paraguay para hacer negocios. El marco de corrupción, impunidad y facilidades otorgadas por la diferencia dólar / moneda local hace que la mafia, liderada por el Brasiguayo (Beto Barsotti), tenga amplio radio de acción en este país que se presenta como tierra de nadie. Gatillo (Javier Enciso) es quien lo recibe pero no anda muy contento con esto de ser “segundo” en la cadena de mando. Hay, por otro lado, otra gente que responde al capo representado en autoridades locales corruptas.
Con todos estos elementos y personajes, “Luna de cigarras” arma su estructura alrededor de dos tipos de estilos: El de Guy Ritchie a la hora de mezclar personajes y entornos alrededor de un mismo catalizador,y el de Quentin Tarantino cuando se trata de delinear personajes. El problema es que ni Jorge Diaz de Bedoya dirige como el inglés; ni Nathan Christopher Haase escribe como el norteamericano. Además, claro, hay menos presupuesto. Por esta razón, por querer “parecerse “a”, en lugar de ser por sí misma, la película cae en los estereotipos de villanos, diálogos y resoluciones del cine al cual quiere emular.
Fuera de estos conceptos, lo que tenemos es una realización entretenida, de compaginación liviana y con algunos guiños a la propia cultura. Las escenas de acción y las de diálogos punzantes por parte de personajes, casi salidos de una historieta, están al servicio de cumplir con un producto que pretende divertir a costa de arriesgar falta de profundidad y de solidez en la construcción de personajes pese a contar con un elenco que se adivina ideal para este género.
“Luna de cigarras” no pasará a la gran historia, pero seguramente formará parte de ella en esta etapa de surgimiento.