Si hay que destacar un punto a favor del filme, es sin dudas la química que tienen BARRYMORE y SANDLER, viejos conocidos de otras aventuras fílmicas. Y ahí se acaban las virtudes. Es un producto con intenciones de ser familiar, que baja línea sobre las relaciones padres/hijos, y sin embargo esto no impide que durante el metraje abunden las bromas sexuales, escatológicas y de mal gusto. Vamos, una cinta de SANDLER 100%. Que causa pocas risas, que suena reiterativa y que parece estar destinada a los fanáticos incondicionales del comediante. Floja, flojita.