Se puede empezar con una suerte de axioma para comenzar este comentario. La historia del séptimo arte está repleta tanto de actores cómicos como de público alabador o detractor de los mismos. Chaplin o Keaton son valores universales hoy día, pero como la risa y lo que la provoca son muy subjetivos. Uno puede suponer que en sus épocas habrá habido gente que salía de ver “Carlitos Bombero” (1916) diciendo: “yo a Chaplin no me lo banco”. Lo mismo habrá ocurrido con Totó, Jerry Lewis, Lolita Torres, Cantinflas o Pierre Richard. Adam Sandler no escapa a esta posibilidad, de modo que aquellos con opiniones en contra del actor pueden abandonar la lectura de este texto e ir a buscar otro comediante.
Para aquellos a los que su sola presencia impulsa a la compra de la entrada, se pueden quedar un rato más. Su impronta de tipo buenazo de comentarios graciosos que funcionan como tiros por elevación está intacta, a la vez saludablemente contenida para no saturar ni caer en facilismos.
Al comienzo de “Luna de miel en familia” una cita a ciegas entre Jim (Adam Sandler) y Amay (Drew Barrymore) sale de la peor manera. Se manifiestan las cosas que cada uno detesta más del sexo opuesto. El sello de semejante mal momento es el juramento de no volverse a ver. Pero la vida (y la comedia) les da revancha cuando cada uno por separado decide irse de vacaciones con sus respectivos hijos. Ambos coinciden en Africa (cómo y por qué, dejémoslo ahí así no se borra la sonrisa). El resto del guión de los casi novatos Ivan Menchell y Clare Sera es predecible, pero no por eso carece de virtudes. Como si sabiendo que el público puede adivinar como termina le sacaran el jugo a cada situación y personaje.
Por su parte Frank Coraci dirige a Sandler por cuarta vez y ya parece conocer de memoria las herramientas histriónicas del actor como para acertar siempre. Por si fuera poco, es la tercera vez que lo vemos como partenaire de Drew Barrymore después de “La mejor de mis bodas” (1998) y “Como si fuera la primera vez” (2004), estableciendo claramente una dupla con mucha química que merece estrenar más seguido.
Pese a cierto exceso de edulcorante para cuando la situación entre ambos entra en zona de definición, y dejando de lado alguna de las arbitrariedades de la historia, ”Luna de miel en familia” se transforma en la comedia del momento gracias todo lo expuesto anteriormente, sumado al elemento principal: el timing. Tanto en diálogos como en las acciones de casi todos los personajes, el engranaje funciona como un relojito. Las ganas de reír, agradecidas.