Cuando el vampiro no está...
Ante todo, si tiene algún interés en ver este filme primero debe mirar "Crepúsculo". Se hace indispensable la visión de la primera película de la saga para ppder ver esta segunda entrega. Una vez cumplido ese trámite podrá adentrarse al universo de Bella y su inmortal amado Edward.
La continuidad espacial y temporal respecto a la primera entrega se respeta desde el inicio cuando vemos a la protagonista en su colegio con sus compañeros y a punto de festejar su cumpleaños número dieciocho con la familia de su novio. Pero no todo sale bien y días después Edward le comunica a Bella una decisión que pondrá a la joven ante una situación decisiva y reveladora.
El vampiro enamorado se aleja y el amigo de la infancia de Bella, Jacob, se convierte en su inseparable compañía y paño de lágrimas. Sin embargo, el muchacho también tiene un secreto reservado para la jovencita, que confirmará que lo suyo no son las parejas normales.
Si se tiene en cuenta que el filme está basado en un best seller, que no es precisamente una joya de la literatura, se puede entonces aceptar que los diálogos, abundantes, sean de una profundidad inexistente aunque dichos con una seriedad y solemnidad subrayada por la morosidad que el director le imprime al relato.
Y es que el ritmo quedó para unas pocas escenas suficientes para evitar el inminente sopor que cada espectador evaluará de acuerdo a su límite de tolerancia. La saga está presentada, quedan dos libros más por adaptar, y según parece el cuarto podría convertirse en otra trilogía cinematográfica. De manera que Bella estará en pantalla por un tiempo más, también su histeria y una relación por demás asexuada que hasta ahora mantiene a raya las hormonas adolescentes de quienes son los principales consumidores de este producto.