Segunda parte de la saga “Crepúsculo”. Continúa la historia de Bella Swan (Kristen Stewart) y Edward Cullen (Robert Pattinson),ya establecidos como pareja y ella haciendo buenas migas con la familia del muchacho vampiro.
Pero la historia nos sorprende al descubrir que Edward y su familia deben mudarse del pueblo donde vive Bella, ya que la gente empieza a sospechar sobre la edad del padre vampiro (ellos no envejecen).
Finalmente Edward y su familia se van, Bella entra en un pozo depresivo de melancolía, llanto y pesadillas, al mejor estilo de nuestra “Andrea Del Boca” en sus ya memorables lloronas novelas.
Entonces ella busca refugio en su amigo Jacob Black (Taylor Lautner), que es mecánico y se proponen juntos arreglar unas motos de carrera y así, corriendo en estas veloces maquinas, ella busca la adrenalina que le haga olvidar a Edward, pero no hace más que ver su imagen por todas partes como si fuera un fantasma.
Cuando ella logra olvidarse se Edward, intenta tener un romance con Jacob, pero este se niega, ya que esta sufriendo raras modificaciones involuntarias de su conducta.
Luego Bella, descubre que Jacob, es un “hombre lobo” (pobre chica parece condenada a enamorarse de “freaks”) y como ya estaba acostumbrada a lo raro acepta su condición e intenta ayudarlo.
También ocurre que los “vampiros malos” se enteran que el clan Cullen ha dejado el lugar y mandan a sus secuaces a comprobar si es cierto. Entonces Bella deberá escapar de ellos sin la ayuda de su protector vampiro bueno, pero vigilada por su ahora novio –hombre lobo, lo que provoca un gran enfrentamiento entre las dos especies.
Y mucho mas no se puede contar..,historia mucho mas “novelesca” que la primera, digna de cualquier “culebrón” que podemos ver por la tarde en la TV, lo único que en vez de ser mucamas, mayordomos y niños ricos los protagonistas son vampiros, hombres lobos, etc.
El “final” demasiado abierto, habrá que esperar la tercera parte a ver si se reivindican o siguen apuntando al público adolescente que les gusta llorar.