Una fábula de amor trágica.
Son incontables las veces que un hecho real, triste y dramático, sirve de disparador para realizar una película. Esta, se inspira en el caso de secuestro de Giuseppe Di Matteo, el hijo de 12 años de un colaborador de la justicia contra la mafia siciliana, que fue raptado por los Corleonesi, para obligar al padre a retractarse. Y el final no fue para nada feliz, mejor nos ahorrarnos los detalles.
Lo que no es frecuente es el modo que eligen los realizadores para integrar este hecho macabro en un relato, donde la fusión de géneros (suspense, horror, romance y fantástico) y la poética de las imágenes, causan un impacto conmovedor sin caer nunca en lo escabroso. La trama comienza mostrando a dos adolescentes coqueteando, conquistándose. Dos seres muy especiales que están psiquicamente conectados.
Cuando parecen estar llegando al punto máximo de unión, el joven desparece, es secuestrado por la mafia italiana. A partir de aquí, su compañera hará lo imposible por encontrarlo. Ella lo presiente, lo siente, lo ve sin mirar. Experimenta sueños premonitorios y sensaciones mágicas, que le indican que está vivo. Lo que nunca se dará cuenta, es que en sus visiones el destino ya está escrito.
Lo que comienza siendo una historia de amor ingenua, se convierte en un tour de forcé emocional. Como los sueños, el relato se deconstruye y va adquiriendo sentido hacia el final. Los directores italianos nos ponen en la mesa fragmentos que tendremos que ir asociando libremente para descifrar la historia. Elementos fantásticos y mágicos, doppelgangers, el amor y la tragedia, estructuran este relato sensible, alejado de esa noción cliché romántica de la mafia.