Luz de Luna, es una película escrita y dirigida por Barry Jenkis que no solo trata el tema de la identidad, el ser homosexual en un barrio pobre de Miami, sino que va más allá con una profundidad que deja un sabor amargo.
La historia de vida de cada ser humano puede ser tan profunda, situaciones que marcan a las personas y que uno no tiene idea. A la hora de relacionarnos, no pensamos por todo lo que pudo haber atravesado la persona que tenemos enfrente. Quizás nunca recibió una caricia o amor. Algo así te deja este film.
Luz de Luna es un tríptico, tres caras de un mismo personaje a través de los años. Lo vemos en su infancia interpretado por Alex R. Hibbert, en su adolescencia con Ashton Sanders y en su adultez de la mano de Trevante Rhodes. Todos ellos con pocas palabras, silencios y miradas dan vida a Chiron, un niño/adolescente/adulto criado en un barrio pobre y violento de Miami, con una madre drogadicta, compañeros que le hacían bullying y un amor imposible (o posible). La cosa será permitirlo.
Con un relato bastante lento – por momentos me hubiese gustado que la historia avance, que tenga más ritmo – conocemos en profundidad los sentimientos de Chiron y vivir con él sus etapas, a mi forma de ver bastante sufridas.
El director se da el tiempo para contar cada escena, en su niñez cuando pregunta qué es ser marica, en la adolescencia: la escena de la playa, en su adultez: la escena del restaurante. Cada una genera de alguna forma tensión, ganas de gritar. Un gran logro.
Luz de Luna, puede generar muchas cosas, y según el tipo de público va a impactar de diferente manera. Algunos se sentirán identificados, otros se movilizarán o quedarán con un sabor amargo hacia el final. Imperdible film, candidato a ser ganador del premio mayor de los Oscar.