Una historia de transformación
"Moonlight" es uno de esos pequeños grandes filmes que aparecen todos los años y amenazan el reinado de las grandes favoritas de la crítica y el público en la temporada de premios. El gran monstruo de este año es la película "La La Land" que tiene 14 nominaciones a los premios Oscars y se perfila como cómoda ganadora en la terna de Mejor Película. Si me preguntan a mí, creo que "Moonlight", trabajo del director afroamericano Barry Jenkins, debería ser considerada por encima del musical de Damien Chazelle por varias razones que ampliaré a continuación.
Lo primero que debo resaltar de este film es la importancia de su temática, lo trascendental de reflejar lo que sucede en un ser humano cuando este es llevado al límite y cómo el amor puede devolver todo lo bueno que ese ser humano puede haber perdido en el camino. Acá el drama de Jenkins le gana ampliamente a un "La La Land" cuya temática es más light.
El relato sigue la transformación de un inocente e introvertido niño afroamericano de clase baja en un ampón temido y respetado en los proyectos bajos de Miami. Acá tenemos uno de los pilares fuertes del guión. Jenkins nos hace partícipes de lo que sufre una gran parte de la población afroamericana en Estados Unidos y que es extensible a las clases bajas de la mayoría de los países de América. El flagelo de la miseria, las drogas, la falta de oportunidades y los baches del sistema de educación, entre otras cosas. Todo el mal que pueden hacer estas cuestiones en nuestra formación como seres humanos.
Por otro lado, "Moonlight" también es una historia de amor en varias de sus manifestaciones, de pareja, familiar y fraternal. Es el viaje de Chiron (Alex R. Hibbert - Ashton Sanders - Trevante Rhodes), nuestro protagonista, a través de la tragedia y el amor teniendo que decidir por cual de los dos caminos va a transitar su vida.
El hecho de ser un joven afroamericano gay en una sociedad cerrada es algo fresco de ver y que llama a la reflexión. En este sentido creo que a Jenkins le faltó jugarse un poco más al momento de comprometer al espectador con la elección sexual del personaje principal.
En lo que a interpretaciones se refiere, hay un gran trabajo de todos los involucrados, desde Naomi Harris como la trágica madre de Chiron, pasando por Mahershala Ali como el tutor Juan, y los tres actores que interpretan al protagonista en sus tres etapas de vida que vemos en pantalla.
La mano de Jenkins detrás de cámara es simplemente genial, regalándonos momentos lindísimos de cine con alma. Nos logra transmitir todo, desde los momentos más desgarradores a los momentos más dulces, todo con una sensibilidad extraordinaria que no cae nunca en el golpe bajo.
Totalmente recomendable!