La vida de un joven afroamericano de clase baja que debe enfrentarse al abuso escolar y teme explorar su sexualidad tiene todos los elementos para ser un drama de esos que buscan que el espectador derroche paquetes de pañuelos descartables. Pero gracias al trabajo del director Barry Jenkins, Luz de luna (Moonlight) es mucho más que los problemas de su protagonista. Se apoya en una sensibilidad que conmueve con su lenguaje visual y su guión despojado de lugares comunes.